“Realmente no entiendo cómo estando a dos cuadras de la Policía y rodeado de vecinos me roben. Es de no creer lo que pasa en este departamento, nadie nunca ve nada y lo peor es que nunca recuperé absolutamente nada de lo que me robaron”. Eduardo Guardia, un comerciante de 38 años, estaba indignado y su descontento no era para menos porque ayer en la mañana se topó con que el almacén que tiene con su esposa en Angaco, ubicado a 200 metros de la Comisaría 20ma, había sido atacado por cuarta vez en 3 años. Al parecer, los malvivientes fueron de madrugada a forzar las rejas de una ventana del frente del negocio y luego revisaron dos cajas registradoras donde el propietario había dejado $18.000 para pagarle al proveedor de la carne. Además de la plata, los ladrones se llevaron 5 botellas de fernet y 40 cajas de cigarrillos, precisó Guardia.
El comerciante contó que el primer ataque lo sufrió en una carnicería que tuvo frente al hospital de Angaco. Luego, en 2010, padeció el primer gran robo en su local de Santa María de Oro y Rawson (le llevaron $30.000 entre dinero y mercadería) y otro más en el que perdió bebidas y cigarrillos.
Después de varios meses de tranquilidad, el comercio fue atacado de nuevo. Guardia contó que el domingo atendió hasta las 23 y se fue a su casa. A las 7 de ayer, el comerciante pasó por el local hacia el centro a hacer un trámite y vio que la luz del frente estaba apagada, pero no le dio importancia.
Cuando su esposa y el carnicero abrieron a las 9, se toparon con el robo. Guardia sospecha que los ladrones usaron un gato de auto para separar dos barrotes de las rejas de la ventana y después sólo tuvieron que mover el vidrio corredizo y pasar por encima de la heladera exhibidora de la carne. De la registradora de ese sector, sustrajeron $17.000 que había dejado para pagarle ayer a un hombre de apellido Ruiz (el distribuidor de la carne) y de la otra caja sacaron otros $1.000. También se llevaron de unas estanterías botellas de fernet y cuatro packs de cigarrillos, explicó Guardia.
“Después del primer robo reforzamos con hierro el marco de la puerta y luego hasta pusimos una alarma, pero no sirvió de mucho porque se rompió. Ahora voy a tener que vender un terreno para pagarle al proveedor de la carne”, contó Eduardo Guardia.
