En este país, la realidad ha superado la ficción hace mucho tiempo. Desde hace una semana a hoy, al menos, todo lo que se publicó en los diarios es digno de una mala película de bajo presupuesto de Estados Unidos. La muerte del fiscal que investigaba a Cristina Fernández, el canciller Héctor Timerman y otros kirchneristas como el expiquetero Luis D"elía o el secretario general de La Cámpora Andrés "Cuervo" Larroque, nos llevó de un momento al otro y sin esperarlo a un estado de desolación absoluta, a un nivel de exigencia sobre las instituciones que pocas veces se ha visto en la reciente historia democrática de la República Argentina. Para colmo, lo que vino después, fue peor aún: una Justicia incapaz de proteger a sus miembros, un Poder Ejecutivo desorientado, y una oposición sin capacidad de respuesta, atravesaron las noticias, las opiniones y las acciones de quienes, supuestamente, deben tener la cordura y la entereza suficientes como para enfrentar crisis parecidas o peores que, como quedó en evidencia, todavía pueden venir. Esta semana DIARIO DE CUYO publicó una encuesta que en su conjunto es una demostración cabal del impacto que causó esta noticia en los sanjuaninos, opinión que no debe ser muy distinta a lo que piensa el resto del país: que no se va a saber nunca qué pasó con Nisman, si lo mataron o se suicidó; que esto va más allá de la administración política, y que es tan grave que perjudica directamente a la Argentina como nación, fueron las respuestas, entre muchas otras, al sondeo. Señoras y señores, no hay otro tema de conversación que éste, y todos los comentarios apuntan a la desolación de saber que el país que estamos construyendo es capaz de producir semejantes arbitrariedades. Que el país que estamos construyendo no puede proteger a un hombre que investiga a un presidente.
El 66,6% de los sanjuaninos cree que nunca se sabrá si al fiscal de la causa AMIA alguien lo mató o si lo presionaron para que se pegara un tiro. Tampoco los sanjuaninos en su mayoría creen que los secretos que surgen de este caso verán alguna vez la luz. ¿Quién es responsable del escepticismo de quienes respondieron el sondeo del IOPPS? La historia. Simple y sencillamente, la historia. A lo largo de la vida, los argentinos hemos asistido impávidos a hechos que despertaron dudas, que estuvieron relacionados con el poder, y que al final no se resolvieron. Sólo por mencionar algunos ejemplos: el capitán de navío Horacio Estrada apareció muerto de un balazo en la sien. El hombre, que estaba involucrado en el contrabando de armas a Croacia y Ecuador en la gestión de Carlos Menem, se pegó un tiro y lo hallaron con un arma en la mano derecha. Luego se conoció que Estrada era zurdo, aunque todo quedó como suicidio. Otro célebre caso fue el de Marcelo Cattaneo, quien apareció ahorcado con un recorte del diario La Nación en la boca. El fallecido era hermano de Juan Carlos Cattaneo, exsubsecretario general de la Presidencia de Menem, involucrado en la millonaria causa por sobornos IBM-Banco Nación. Y quién no recuerda el caso de Lourdes Di Natale, la exsecretaria de Emir Yoma, cuñado de Menem. Di Natale fue pieza clave en la investigación por el contrabando de armas. Cinco años después de haber realizado la denuncia, la mujer apareció muerta. Al comienzo se dijo que se había caído de su departamento, que había resbalado al tratar de cortar un cable. Las pericias que se hicieron demostraron que era imposible que haya caído sola en el lugar que quedó su cuerpo, y para probarlo dejaron caer un muñeco con las medidas y el peso de la víctima. El muñeco cayó mucho más cerca del edificio que el cuerpo de Di Natale. Luego arrojaron el mismo muñeco pero empujándolo, simulando un crimen. El muñeco cayó en el lugar exacto donde cayó el cuerpo de la exsecretaria de Yoma. Igual, la causa se perdió en algún cajón y para la Justicia, la mujer se mató al intentar cortar un cable. Los anteriores son ejemplos de casos resonantes, pero la desconfianza de la gente hacia la Justicia no es sólo por esos casos, es también por millones más que ocurren todos los días, pero que no tienen el impacto suficiente para trascender en los medios, y que lo vive el ciudadano común, el que no sale en los diarios. De ahí el resultado de la encuesta del IOPPS. Ojo, no es sólo la Justicia, todo lo ejemplificado antes, tiene que ver con hechos de corrupción que nacieron en el Poder Ejecutivo.
En el aspecto político hay millones de cosas para medir, que seguramente se irán dando a medida que pasen los días: el oficialismo cambió de postura en 48 horas; del suicidio pasaron al crimen sin escalas, y lo hizo nada más y nada menos que la presidenta Cristina Fernández. Es mucho más certera como defensa la segunda carta publicada por la mandataria que la primera. En esa posterior expresión, Cristina habla de un crimen, dice que alguien planeó matar al fiscal para perjudicar a su Gobierno, lo que es gravísimo. En pocas palabras y en términos políticos, fabrica un enemigo que será difícil de identificar. Se coloca en el papel de víctima y no de victimaria, que es la peor posición en todo este caso, porque nadie piensa en la investigación de Alberto Nisman, si fue buena o si fue mala, todo el mundo habla de Nisman como una víctima. Cristina, evidentemente, vio eso y decidió girar para victimizarse junto al fiscal, a quien colocó en el papel de "pobre muchacho", de "engañado", de que le "armaron la causa". No es una mala idea la de la Presidenta, el problema es que la desarrolló luego de haber dicho exactamente lo contrario. A pesar de ese brusco giro, es posible que con la idea de la victimización, y un pobrísimo esquema opositor (como está ocurriendo), finalmente Cristina salga con decoro de esta situación. Es posible que la posición de la Presidenta sea nada más y nada menos que la verdad y no un artilugio político para zafar de semejante situación. En ambos casos, el resultado es el mismo.
Triste fue el papel del peronismo nacional esta semana. Se juntaron para apoyar a Cristina, pero se les notó en la cara que estaban más cerca del Apocalipsis que de la salvación divina. No estuvo Florencio Randazzo, el ministro del Interior y Transporte, de quien esperan los K puros pueda encabezar esa línea política en las elecciones de este año. Es un dato, porque el resto de los presidenciables, sí dijo presente. La incomodidad se notó a lo lejos, incluso resaltó en las fotos.
Y, para cerrar el panorama nacional, hay que hablar de la pobre oposición. No tuvieron la capacidad suficiente de cerrar filas y armar un discurso uniforme ni siquiera los líderes que irán juntos en la elección de este año. Mucho menos los presidenciables. Sergio Massa pidió ser querellante, nadie sabe para qué, porque no tiene absolutamente nada que ver con AMIA y mucho menos con Nisman. Y no hay que olvidar que el opositor no hace mucho compartía los mismos pasillos que Cristina Fernández. Mauricio Macri pidió cordura, pero está procesado en una causa de escuchas telefónicas a un familiar de una víctima del atentado. Y el resto: lo que todo el mundo escuchó y vio en la TV y los diarios esta semana.
Que nadie crea que la pobreza de ideas es sólo argentina, también hay quienes nos ayudan, por supuesto: una nota periodística de un diario tan importante como el Washington Times pide que "las naciones occidentales deben sancionar y aislar a los líderes argentinos". O, en el extremo del ridículo, reclama que "Los Estados Unidos deben suspender las visas a los miembros del Gobierno argentino (así como otros gobiernos de América Latina, principalmente de países del ALBA y Brasil) y sus instituciones de seguridad como un medio para ejercer presión sobre el Gobierno argentino", dispara Luis Fleischman, autor del articulillo, y llama a una rebelión contra el país: "Hay que trabajar con Europa para que los líderes argentinos sean considerados personas no gratas". No hay mucho para agregar después de eso.
Volviendo a la encuesta del IOPPS, que es lo que verdaderamente importa, no por el trabajo sino por lo que expresó la gente, las opiniones respecto de este caso se pondrán peor. Esto recién empieza, hay que ver cómo va a pegar en la campaña y hay que esperar muchas miserias más todavía. A medida que se vaya acercando la fecha de las elecciones, el nivel se pondrá mucho peor. Sólo resta pedir cordura en un país que ha demostrado no tenerla. Ojalá aprendamos algo de lo que está pasando, porque evidentemente no aprendimos mucho de las cosas que ya sucedieron.
