Mientras en Argentina se extrema la legislación de protección de los glaciares, en Europa al menos dos han sido perforados a propósito y llevan un par de décadas de intensa explotación turística, sin generar polémica alguna. El glaciólogo Juan Pablo Milana, responsable de inventariar los cuerpos congelados en la cordillera sanjuanina, viajó a Francia para fotografiar La Mer de Glace y probar su punto de vista: se puede impactar un glaciar, de manera controlada, sin que el resultado sea su desaparición.
La Mer de Glace es uno de los glaciares de Los Alpes franceses. Está en Chamonix, cuna del alpinismo y montañismo en el mundo. Hace casi 100 años que se mantiene este atractivo turístico y hace varias décadas cavaron un túnel hasta el centro del glaciar, por el que la gente puede pasear y apreciar la formación desde su interior. La explotación turística es intensiva y en temporada baja la entrada es libre y gratuita.
Milana conoció La Mer de Glace en 1993 y decidió regresar hace algunas semanas, dado que se encontraba en Europa realizando trabajos de campo, mientras en la Cámara de Senadores bullían los reclamos de una ley que prohibiera cualquier actividad –en especial la minería- cerca de un glaciar.
“La idea era demostrar que en otras partes del mundo se hace un uso racional de los glaciares. Si hay que hacer una cueva, nadie va a decir ‘me están rompiendo el glaciar’. Acá parecen más papistas que el Papa”, dijo Milana a CUYO MINERO.
“La idea de traer estas fotos era para sustentar una opinión que muchos consideran contradictoria. Es posible intervenir los glaciares, pero siempre que la relación costo-beneficio ambiental sea positiva. O sea, si alguien nos toca los glaciares, que instrumente las medidas para dejar una reserva hídrica de mucho mayor capacidad que la afectada”, explicó.
“Nunca nadie criticó a nadie en Chamonix por el cuidado del medio ambiente. Nadie cuestiona eso porque toda la sociedad tiene acceso y se beneficia con la explotación económica”, afirmó el especialista.
El otro ejemplo europeo es el Glaciar del Ródano, que se ubica en las nacientes del río homónimo, en Suiza. También está horadado con fines de explotación turística. A diferencia del Perito Moreno, en la Patagonia argentina, que se transita sólo por su exterior, los cuerpos congelados europeos tienen túneles.
“Todas las actividades impactan y lógicamente que el turismo también. Lo que pasa es que hay que medir esos impactos”, explicó Milana. En el caso de La Mer de Glace, el glaciar ha retrocedido notablemente durante los últimos 100 años pero por efecto del cambio climático.
“Se deben hacer los análisis de impactos mínimos y máximos mediante ONGs, para garantizar la transparencia del proceso, y solicitar compensaciones a partir de los impactos máximos posibles”, advirtió Milana.
Según el glaciólogo, que trabajó como consultor en Chile para el proyecto Pascua Lama, las compensaciones exigidas siempre fueron no menos de 10 veces la productividad hídrica de los cuerpos de hielo afectados.
“Ese fue el análisis objetivo, pero nosotros los técnicos no decidimos. Los tenedores de derechos de riego del Río Huasco (unos 2.200) votaron 97 por ciento a favor del proyecto, una vez debidamente informados”, explicó.
