En el día del partido más sencillo de la fase inicial del Mundial de Angola, frente a los débiles uruguayos, la Selección argentina decidió visitar a una Escuela Primaria de Namibe. El colegio elegido fue el Número 6 de Praia Amélia, ubicada muy cerca del Hotel Infotur, donde se hospedó la Albiceleste durante la disputa del grupo B. La visita a los chicos resultó todo un acontecimiento tanto para los anfitriones como para los huéspedes. Es que se vivieron imágenes muy tiernas de los pequeños angoleños que agradecieron los regalos llevados por los argentinos. Las golosinas (principalmente chupetines) y las frutas resultaron los obsequios de la delegación nacional. Todo se dio en la mañana de Namibe, varias horas antes del choque frente a los uruguayos.

En tanto, hoy por la mañana de Angola, la Selección argentina, junto al resto de las delegaciones que estuvieron en Namibe y disputaran mañana los cuartos de final, viajarán a Luanda en avión. El plantel junto al cuerpo técnico podrían hacer hoy por la tarde una excursión en la capital angoleña, luego de reconocer la pista de esta ciudad.

Todos sabíamos que Namibe, por ser subsede del Mundial, es un lugar más pequeño que Luanda. Con menos habitantes. Hasta con otras costumbres. Es, comparando a nuestra tierra, la diferencia que existe entre Capital Federal y San Juan. Acá, en Namibe, la gente es más cálida. Entonces para los extranjeros el tema se hace mejor en la convivencia. Se puede salir del hotel sin grandes compromisos. Hasta tomar un café en un barcito a 200 metros de la playa. Claro, no es Mar del Plata ni Miramar, porque la pobreza sigue notándose por estos pagos. Es muy común que un pequeñín se acerque a pedir algo que le conviden. Entre Luanda y Namibe hay una hora de avión. Nada tiene que ver una ciudad con la otra. En Luanda el día es todo caluroso. En Namibe, pasadas las 6 de la tarde el frío obliga a ponerse una campera. Claro, en una zona desértica, el calor es fuerte cuando está el Sol, pero el frío se siente cuando se hace de noche. Ésta es una ciudad de completo progreso. Al aeropuerto lo hicieron para este Mundial. Se llama “Yuri Gagarín” (en homenaje al primer astronauta ruso que viajó al espacio) y es una belleza. Pero, por ejemplo, tiene una confitería espectacular que todavía no la inauguran.
Los caminos son de un asfalto reluciente y la cartelería está nuevita. Tiene una zona céntrica con mucho movimiento y con edificios y monumentos coloridos. Eso sí, después de los barrios periféricos de los más humildes, empieza la nada. El desierto mismo. Que uno, por ejemplo, estando en la altura del estadio logra divisar en parte. En cuanto a hotelería, lejos, fue donde mejor estuvimos el grupo de periodistas sanjuaninos. Caímos casi de casualidad, porque desde la organización aclararon que ya no había alojamiento (llegamos un día tarde porque no había vuelos). Estábamos por ir a un albergue militar y de pronto “aparecieron” los lugares en el maravilloso Hotel “Chic Chic”, donde estaban alojados los árbitros y las autoridades del Mundial. Lujo, demasiado lujo, contrastando con la realidad que nos rodeaba entre mar y desierto.