Ya debutó en Primera. Pero no en la local, sino en la máxima categoría del país. Lo hizo en el estadio de Newell’s, en el adiós de la elite nacional de San Martín en junio del año pasado. Aunque mañana ante Rafaela (18) tendrá su tercer partido desde el comienzo con el plantel mayor, fuera del mundo Verdinegro es un ilustre desconocido. Divide su tiempo entre su gran pasión, el fútbol, y sus estudios para ingeniero agrimensor donde es simplemente un alumno. "En la Facultad ni saben que juego en San Martín", cuenta sin ponerse colorado Emanuel Más (20 años), aunque sudando bastante en la frente ya que por ahora el rol de entrevistado no es su especialidad.
-¿Cómo manejás ser el único jugador que subió el Roly Rodríguez al plantel y ahora ser titular?
-Tranquilo. Cuando el miércoles me dijo que iba a entrenar con el plantel de la B Nacional traté de tomarlo con calma. No volverme loco, porque eso no me sirve. Lo mío es el sacrificio y las ganas de siempre.
-Ser un jugador profesional te hace ganar fama, ¿en la Facultad sos como una celebridad?
-Para nada. Salvo mis amigos de hace tiempo, el resto en la Facultad ni sabe que juego en San Martín (sonríe).
-Imagino que es muy complicado estudiar y jugar a la vez a este nivel.
-Cuesta. El año pasado cuando debuté en Primera en Rosario, dejé de cursar porque quería dar lo mejor. Pero como soy súper inquieto, este año tuve que volver a estudiar porque me sobraba tiempo y no sabía qué hacer.
Hay una imagen que marca la sencillez del Ema, como le dicen sus compañeros. El jueves, tras la práctica de fútbol donde se paró como el lateral izquierdo titular, salió del camarín como cualquier otro jugador. Aunque el detalle no menor fue que en su mano izquierda llevaba los cuadernos de la Facultad. Es que al mediodía había ido a cursar una matería y luego partió, sin escalas, al club.
-¿Siempre de lateral?
-No. Llegué a San Martín a los 7 años y hasta la Sexta era marcador central, pero Rubén Ceballos me dirigió en esa categoría y me pasó a lateral izquierdo.
Es la historia de Ema Más, ese que cuando debutó ante la Lepra rosarina sólo quería cumplir otro sueño: comprarse unos botines verdes como los de Morel Rodríguez, el defensor de Boca. Hoy tiene mucho más que eso, aunque en la Facu ni lo registren.
