En el día de ayer hemos conmemorado el paso a la inmortalidad de quien fuera el jefe militar más importante del proceso revolucionario emancipador, que se iniciara en mayo de 1810. La causa Sanmartiniana es la causa de América, que encendieron Miranda, Bolívar, Sucre, O’Higgins, Moreno, Belgrano y el propio San Martín.
Después de Chacabuco el Libertador le escribe a Pueyrredón cuando se apresta a viajar a Buenos Aires diciéndole: "No quiero bullas ni fandango”.
San Martín es el hombre que se vence asimismo, algo difícil de encontrar en otro mortal. Así lo demuestran acontecimientos, como su retiro del Perú en 1822 para dejar toda la gloria al General Simón Bolivar, su retiro del Río de la Plata en 1824 a instancia de su enemigo Bernardino Rivadavia, su autodecisión de no desembarcar en Buenos Aires en 1829, para no ser partícipe de la guerra civil, que tenía su punto mas álgido con el fusilamiento del Coronel Dorrego por orden del General Lavalle, ambos compañeros de armas del Prócer en la Campaña Libertadora.
San Martín, compartió con su familia y sus íntimos amigos el ostracismo y la amargura de haberse obligado a dejar lo que más quería "América”.
Domingo Faustino Sarmiento lo visita en Grand Bourg, y describe que hay en el corazón de este hombre una llaga profunda que oculta las miradas extrañas, pero que no se escapa a quienes la escudriñan. ¡Tanta gloria y tanto olvido!
La Gesta Sanmartiniana es la causa de América, y así lo demuestra la activa dedicación y protagonismo del Libertador para que en Tucumán se declare la independencia, una de las mayores preocupaciones de su campaña: "’sólo libraré la guerra de un Estado declarado independiente”. Es precisamente en este hecho en el que a los sanjuaninos nos toca el orgullo de decir que enviamos dos destacados diputados, Fray Justo Santa María de Oro y el Dr. Francisco Narciso Laprida.
San Martín murió el 17, y el 20 de agosto a las 6 de la mañana, el carro fúnebre con el cuerpo embalsamado inició su tránsito silencioso con un modesto cortejo. Seis hombres del servicio marchaban de ambos lados.
Detrás iban el señor Balcarce, llevando a su derecha al señor Darthez, antiguo amigo del General y a la izquierda al señor Rosales, encargado de negocios de Chile. A continuación lo hacían don José Guerrico, un joven de Buenos Aires hijo de su hermano don Manuel, el Dr. Gérard y el señor Seguier, vecinos ambos de Boulogne. El acompañamiento era humilde y propio de la alta modestia, tan digna compañera de las calidades morales y de los títulos gloriosos de aquél hombre eminente.
Dejó como sucesores a su hija Mercedes Tomasa y su yerno Mariano Balcarce, sus nietas María Mercedes, quien falleció en Francia a los 27 años y Josefa Dominga quien contrajo matrimonio con el ciudadano mexicano Gutiérrez Estrada, falleció a los 88 años en Francia en 1924, sin dejar descendencia.
En 1880, es decir 30 años mas tarde de su muerte, fue repatriado durante el gobierno del Dr. Nicolás Avellaneda.
San Juan, lo honrará en forma permanente, desde el Centro Histórico Cultural Sanmartiniano, que se levantará en el terreno de calle Laprida, recientemente adquirido por el Gobierno de San Juan, con destino a la instalación de aquél centro de irradiación y convergencia histórico-cultural.
La Asociación Cultural Sanmartiniana con su biblioteca, museo, sala de disertaciones y patio de ceremonias, será la responsable de ese eje de investigaciones, exposición, rescate, conservación y difusión de nuestra cultura e historia.
