Fue la primera carrera, la que sirvió para sacar de la modorra a todos aquellos que madrugaron para llegar al autódromo buscando el mejor lugar para encender el fuego y preparar el asado. Fue la única competencia donde corría un piloto local, Facundo Della Motta (Renault Fluence) quien les regaló a sus comprovincianos una victoria excepcional, que según contó al final “la deseaba pero no la esperaba”.
Salvo la partida donde perdió dos puestos, porque salió patinando, el resto de la tarea de Facundo fue impecable. El retraso en la largada lo corrigió en la salida de la horquilla, cuando metió el coche por la cuerda y volvió del séptimo al quinto lugar superando a Juan Manuel Lorio y Sebastián Martínez, pilotos de Fiat Línea quienes habían tenido un inicio más ágil.
Al segundo paso por la horquilla ingresó quinto, pero salió tercero, aprovechando que se enredaron Antonio García (Honda New Civic) y Julián Ignacio (Renault Fluence). En ese momento el uruguayo Federico Enssiln (Peugeot 307) capturó el liderazgo de la competencia, seguido de Franco Girolami (Honda New Civic).
Afirmado en la tercera colocación, mantuvo el ritmo que imponían los dos de arriba, hasta que en la quinta vuelta, otra vez en la horquilla se producían acciones que marcaban la carrera. Enssiln se pasó de largo y quedó escondido detrás de los carteles, allí el que pasó a comandar fue el piloto cordobés y Della Motta saltó a la posición de escolta.
En ese momento comenzó otra carrera. Un mano a mano apasionante entre el sanjuanino y el joven de 20 años nacido en Isla Verde. El local era empujado por el aliento de su público al que había despertado definitivamente con su manejo sólido y contundente.
Durante el transcurso de las 11 vueltas, fue el cordobés quien comandó las acciones con el sanjuanino atrás. Parecía que Della Motta tenía controlada la situación y que era cuestión de esperar el desenlace. El humo que despedía el Honda de Girolami cuando frenaba daba para pensar que iba muy justo, que tenía algún inconveniente. Sin embargo el “sorpasso” del sanjuanino que todo el autódromo esperaba no se hacía efectivo.
Así fue hasta la última entrada en la horquilla. En ese sitio clave, Girolami, frenó unos metros antes, Della Motta visualizó su chance y estiró su frenada, le ganó la cuerda y salió de la curva con medio coche a su favor, diferencia que aguantó en los últimos 200 metros para redondear una carrera espectacular, en la que demostró que, aparte de su talento para conducir metiendo el auto en el ojo de una aguja, tiene nervios de acero para elaborar y ejecutar un plan de carrera como el que plasmó ayer en El Zonda.
