Fue como que le contarán el final de una película. Entonces de nada sirve verla. Hecho similar al que sucedió ayer, cuando se esperaba el duelo de cuartos de final entre Argentina e Italia para verlo por TV y en la imagen apareció la presidenta Cristina Fernández en pleno acto por el 9 de Julio en Tucumán. Caras largas, muchos reproches y auricular colocado para seguirlo por radio. No había otro remedio. Así se vivió ayer en el local Antonio Gómez e hijos, en el primer supermercado, lugar señalado si para ver y hablar de hockey hay.
Allí, varias personalidades se reunieron. El anfitrión fue el ex técnico de la albiceleste Miguel Gómez (uno de los propietarios), Freddy Luz, encargado de orientar a la selección en el mundial pasado en Suiza, Rubén Jordán, jugador de Estudiantil y que integró la preselección, El Chupa Oviedo del Seregno italiano y otro de la casa y que vistió varias veces la camiseta nacional como Gonzalo Gómez.
"¿Y, cómo van?. "Cambiá para ver si lo pasan por otro canal". "Se nota que a los porteños no les interesa el hockey". Fueron algunas de las frases de los mencionados y el resto de la gente que llegó al local para apreciar el juego.
Entonces no hubo otra que conversar entre ellos y aplaudir cada vez que, por radio, llegaba la confirmación de un gol argentino. Miguel Gómez no dejó de atender a la clientela, Gonzalo Gómez también se sumó para dar una mano. Jordán se sentó a comer unas empanadas. Luz se paseó por todo el local y observó como la clásica paella del local estaba a punto y Oviedo, gaseosa de por medio, dialogó mientras tuvo su oreja pegada al parlante que reprodujo el partido en Vigo.
¿Y el televisor? Desapercibido. Nada de hockey. Fue recién en el segundo período, cuando la nacional ganaba por 2-0 que la señal cayó. Pero en diferido, por lo que todo continúo como antes y solo miraron la pantalla cuando se anotó un gol. Aunque solo para ver la definición, puesto que el triunfo de Argentina por 3-2 ya lo conocían.
Fue diferente, raro. Se saboreó porque la selección se metió en semi, pero no se vió y el gusto amargo para hacer el análisis personal quedó para otra ocasión.
