"Qué interesante, jamás me imaginé que iba a ser parte del censo", comentó con alegría Susan, quien nació en Inglaterra y vive en Canadá, pero estaba ayer alojada en un hotel sanjuanino por un viaje relacionado con su trabajo. Ella fue una de las personas de otros países o provincias que circunstancialmente estaban ayer en San Juan y fueron censadas con planillas de la provincia. Algunos turistas esperaban la llegada del censista, otros se sorprendieron, pero en general todos se pusieron contentos por participar en el relevamiento.
"La idea es registrar a todas las personas que pasaron la última noche completa en el país, por eso tenemos que ir a los hoteles y censar a los turistas", comentó Carolina Ramírez, quien estaba encargada de hacer el censo en 7 hoteles de la Capital, como parte del registro en viviendas colectivas. Y tuvo que ir varias veces al mismo hotel, ya que muchos de los turistas estaban durmiendo y los encargados no querían molestarlos.
Su recorrido comenzó a las 8 y sorprendió a muchas personas tomando el desayuno. "Hola, soy del centro de estadísticas, vengo a censar", era la presentación de Carolina, quien después preguntaba a cada turista si alguna otra persona iba a dar sus datos a los censistas en su casa o si tenía que registrarlos ella.
El primer lugar que visitó fue el Hotel América. Allí, ni bien la vio, una señora dijo: "Yo me preguntaba, ¿qué va a pasar cuándo vaya el censista a mi casa, en Buenos Aires? Van a decir que ahí no vive nadie". Era Mirta, quien hablaba con la taza de café con leche a medio tomar y se dispuso a responder las preguntas del cuestionario que, en este caso, era conciso: sólo averiguaba el nombre, edad, fecha y lugar de nacimiento, nivel de estudios y cobertura médica de cada encuestado.
En el Apart Hotel Veladero, Carolina fue recibida por Mario, un cordobés que también estaba en la provincia por cuestiones de trabajo. El hombre le dijo: "Te estaba esperando", y sacó un papel en el que había escrito todos sus datos para facilitar la tarea. A su lado, desayunaba una pareja de españoles, Antonia y Antonio. Ellos se sorprendieron, estaban de vacaciones y no sabían que había un censo. Pero no tuvieron inconvenientes en dar sus datos con simpatía.
Al volver al primer hotel, para ver si tenía más suerte y encontraba más gente despierta, la censista se encontró con que dos mujeres, madre e hija, también la estaban esperando. "Usted viene a censar, cénseme a mí", decía en voz alta Nilda, desde una de las mesas. Aunque, después de responder, la señora de 71 años quedó un poco insatisfecha, ya que le parecieron pocas las preguntas.
