Hacen un trabajo silencioso y poco reconocido, aunque muy importante. Son muy jóvenes y por ahora trabajan sin cobrar un peso. Son los primeros que tienen contacto con la gente cuando llega asustada, con los síntomas de la gripe A y con miles de preguntas, a los consultorios del hospital Rawson. A pesar de estar en la línea de fuego, respiran hondo, se arman de paciencia y con simpatía y, sobre todo, empatía, hablan con los pacientes. Los alientan y les dan información sobre el virus, antes de que sean atendidos por los médicos. Se trata de los 10 enfermeros que fueron convocados para hacer frente a la pandemia en el hospital.
Protegidos con guardapolvos descartables que les cubren todo el cuerpo y con los famosos barbijos 3M, los más efectivos a la hora de impedir el paso del virus de la gripe A H1N1, trabajan en dos turnos, de 7 horas cada uno. En ese tiempo tienen todo tipo de actividades. Deben preparar los consultorios. Verificar si hay faltante de medicamentos y reponerlos. Recibir a los pacientes. Hacerles una entrevista previa a la que hacen los médicos. Controlar sus signos vitales. Y las tareas siguen. Su día laboral se hace largo, pero no pierden la predisposición y el buen humor.
"A veces la gente se enoja, pero tenemos que tener paciencia y tranquilizarlos", dice Mauro Avila, un enfermero de 21 años. Y cuenta que "los otros días vino una mujer a la que sólo le picaba un poquito la garganta, pero estaba asustada. Le expliqué que no tenía gripe A y que era mejor que se fuera, porque al estar en los consultorios corría riesgo de contagio. Al principio se enojó porque creía que no la querían atender, pero le seguí explicando y se fue tranquila".
A pesar de estar en el foco de la enfermedad, donde por día unas 150 personas llegan a hacer consulta porque probablemente tiene la contagiosa gripe, los enfermeros dicen que no tienen miedo. "Nosotros sabemos cómo cuidarnos, hoy es la gripe. Y, mañana vamos a tener que tener contacto con gente que padece meningitis, hepatitis o sida. Pero nosotros sabemos qué medidas de bioseguridad tomar en cada caso", cuenta Carolina Varas, una mujer de 36 años que tiene dos hijas. Aunque admite que "es difícil, muchos enfermeros no se animan a trabajar acá".
A pesar de estar en riesgo constante, de trabajar desde hace casi un mes y con un solo franco semanal rotativo, estos enfermeros cuentan que aún no tienen un contrato estipulado y que todavía no cobran su primer sueldo. Pero, mientras trabajan ad honorem, dicen que entienden la complejidad de lo que está pasando y que van a continuar cumpliendo su función mientras esperan que se normalice su situación. "Estamos acá porque amamos lo que hacemos. Yo, por mi parte, estoy feliz de, por lo menos, tener trabajo", cuenta Carolina, antes de entrar al consultorio para seguir cumpliendo su tarea.
