Una salida un tanto abrupta que puede hacer perder el control de cualquier acompañante un poco distraído y, luego de un chapuzón inesperado, dejarlo sumergido en el agua antes de la partida. Pero eso es sólo la largada, aguas adentro esperan las olas, el viento que golpea junto al agua en la cara, la adrenalina que sube y baja junto al oleaje y una vista panorámica del embalse de Ullum que muestra una postal como pocas. Esa es, en una descripción muy abreviada, parte de la experiencia de andar en moto náutica por las aguas del dique.
En estos paseos el conductor es el que va menos preocupado: el lleva el control y está confiado en su propia experiencia. Pero para el que va detrás es otro cantar: no sólo debe confiar en que la otra persona va a evitar que salga despedido de la moto naútica, sino que también tiene que lidiar con el movimiento un tanto más brusco propio de la cola del vehículo y con el choque potente del agua sobre su cuerpo, lo que depende fundamentalmente de la velocidad. Y, si bien el tablero la indica en nudos y no en kilómetros, es evidente que pueden llegar a andar bastante rápido (en especial si el conductor es un fanático de la aventura).
Si uno es primerizo, el susto dura unos minutos. Si ya está entrenado, todo es cuestión de dejarse llevar. Después de eso, sólo queda disfrutar del paisaje. Una vez lejos de las costas y adentrando a los lugares que no se pueden apreciar desde las orillas ya no dan ganas de bajarse. Los pequeños puntos de tierra que se ven a lo lejos, pronto se convierten en islas y cerros ubicados en el medio del perilago.
Otra ventaja de una travesía en este tipo de vehículo es que se puede recorrer con él cada una de las playas del dique de Ullum y hasta parar en la que más agrade. De todos modos, la moto de agua no es la única con la que se puede hacer lo mismo: también están las lanchas; los jet sky, que son como las motos náuticas pero hay que ir parados y tiene un manubrio que sube y baja para hacer maniobras; los veleros; y el kayak, que implica el esfuerzo físico de remar.
El único cuidado que hay que tener es respetar las boyas que delimitan las zonas en las que pueden estar los nadadores y los sectores con rampas destinados para bajar estos vehículos al agua. Por supuesto, tampoco deben faltar los chalecos salvavidas ni el carnet de conducir para estas motos. Con eso en regla, lo único que queda es pasar un día de verano diferente y entretenido.
