"Descubrí el vértigo"

Hace cuatro años lo invitaron para formar parte del Cruce, pero por cuestiones laborales no pudo aceptar. Este año, Juan Palomino decidió organizarse y decirle que sí a la propuesta. Emocionado, aunque algo cansado, contó que está viviendo situaciones que no imaginó. Compenetrado históricamente con su contexto histórico por sus ancestros peruanos, no deja de afirmar que esta experiencia lo está conectando con su interior. Palomino no tuvo buenos momentos sobre todo el primer día del Cruce, ya que se cayó un par de veces de la mula. Sin embargo, espera impaciente la jornada siguiente para enfrentar un nuevo desafío.

<BF>-¿Cómo llegás al Cruce?<XB>

-Es una invitación de larga data. Y no quería dejar pasar más tiempo por eso arreglé todo para estar este año. No me arrepiento de haberlo hecho. Estoy reviviendo mi infancia. Estudié la Primaria y Secundaria en Perú y allí descubrí la figura de San Martín. Pero estar en el camino que hizo hace 200 años me emociona. Rescato la iniciativa de hacer que la gente conozca que San Martín cruzó la cordillera por San Juan, algo que descubrí hace un par de meses.

<BF>-¿Tenías experiencia en travesías similares?<XB>

-Anduve a caballo, pero en La Pampa. Esto es otra cosa, Estoy aprendiendo de cero lo que es una mula y lo que implica atravesar esta geografía inhóspita. Descubrí cosas buenas de mí y del resto de la gente. Es muy loco, pero en esta travesía descubrí que tengo vértigo.

<BF>-¿Qué es lo mejor que rescatás de esta experiencia?<XB>

-Estoy descubriendo cosas en mí, como la solidaridad. Pero también veo al otro. Estoy conectado. Es un viaje a mi interior. Estoy en una situación de apertura. Es una experiencia única. Ayudar, ser ayudado cuando no hay nadie más enseña a ver las cosas de otra manera.

<BF>-¿Y lo peor que viviste?<XB>

-Hasta ahora, El Espinacito. Subir fue difícil, pero la bajada es indescriptible. Al llegar a la primera curva empinada, vi el precipicio y decidí bajar caminando. Ni siquiera lo pensé. La sola idea de que la mula me tirase me aterrorizó. Creo que no fui el único. Hasta un gendarme bajó a pie. La próxima vez que venga quiero hacer el cruce caminando. Intuyo que debe ser otra experiencia. A esto se sumó que la primera noche fue catastrófica para mí. Me sentí encerrado en la carpa. Quería escapar. Con ese estado de ánimo encaré la segunda jornada. La más difícil hasta el momento. Ahora estoy más tranquilo y disfrutando del encuentro con gente diferente.