Tanto Chile como Argentina enfrentan en menos de un mes procesos eleccionarios importantes y decisivos. En Argentina el fin de semana pasado se realizaron las elecciones legislativas y en Chile el 17 de noviembre se elige al nuevo o nueva presidente de Chile y se renueva la totalidad de la cámara de diputados y mitad del senado.

En ambos países es época de ofertones, ofertas y ofertitas en que todos nuestros señores representantes juran y rejuran que nos harán la vida un poco mejor. Así es la democracia y sus avatares, donde los buenos y malos, los honestos y desalmados, se mezclan y mimetizan en un mismo coro. Tal como dice el sabio tango “Cambalache”: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador…:¡Todo es igual!, ¡Nada es mejor!”

Somos nosotros los ciudadanos de a pie ya sea en Santiago o Buenos Aires, San Juan o La Serena, los que debemos pensar antes de votar y saber cobrar, tal usurero democrático, que cumplan sus compromisos nuestros líderes políticos. Nuestras elites criollas hacen y deshacen lo que los dejamos hacer, decir y prometer nosotros los que los votamos.

Porque nunca fue lo mismo “el que labura noche y día como un buey que el que vive de las minas, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley”.