Si el vino argentino tiene alguna oportunidad de hacerle sombra a la fortísima estructura marketinera de la cerveza es con los vinos espumantes, que en definitiva llegan al mismo segmento etario que la popular bebida, pero que aún dista mucho de estar arraigada a la costumbre del consumidor medio. Así lo dijeron tres expertos internacionales que participaron del concurso internacional Vinandino -que culminó el viernes-, y que DIARIO DE CUYO reunió para analizar las chances que disponen los espumantes, al margen del costo de esta bebida.

El espumante es considerado una bebida “alegre”, a consecuencia de que al tener un gas carbónico que se desprende y que causa -según los degustadores- una sensación de relajamiento y placer en el paladar.

En este sentido, Sergio Prudencio, de Bolivia, dijo que “como producto no le falta nada, porque el producto está y cada año se mejora para llegar al mismo target que la cerveza, pero quizás lo que falta y es evidente, es al menos igualar la promoción que tiene la cerveza”. Y agregó sobre un aspecto que al menos es llamativo, los miedos, porque según dijo “el consumidor tiene que darse cuenta de la calidad de producto y romper el tabú de los espumantes, los miedos a no saber qué decir u opinar cuando se saborea uno, porque parece que todos podemos hablar de una cerveza pero no de un vino. En los espumantes se percibe el placer, que en definitiva es a lo que la gente debería aspirar. Hoy en día el vino tiene un precio cercano al bolsillo del consumidor, no se necesita gastar tanto”. Mientras que el peruano Juan Mendiola hizo referencia no a las desventajas sino a las aptitudes de estos vinos: “Tiene equilibrio un espumante, con una relación precio-calidad que últimamente se va acercando a la media. Es difícil, muy difícil competir con la cerveza pero no tengo dudas que el espumante tiene armas para pelearle mano a mano”.

Todos coincidieron en que el marketing de la cerveza hace la diferencia. Un dato que alienta a este sector, es que por ejemplo en julio, cuando la venta de vinos al exterior cayó en lo global alrededor de un 13%, los espumantes tuvieron un crecimiento en el mismo periodo del 17,7%, que además resulta llamativo por la época del año en la que ocurre este crecimiento.

“Competir con la cerveza es muy difícil por muchas razones. En Brasil por ejemplo, se toma mucha cerveza al punto que el consumo es de 54 litros per cápita, mientras que en el vino es menos de 2 litros y sucede por una cuestión netamente cultural. El marketing de la cerveza es excepcional, invierten una cantidad de dinero impresionante, cosa que al vino le falta”, explicó el brasileño Carlos Abarzúa.