Lisandro Aristimuño regresa a San Juan a tres años de su última presentación. Será el jueves, con un espectáculo acústico, con el que recorre una selección de temas de su repertorio que permite al espectador "encontrar la canción casi en el modo en que surgieron", dice en una charla con DIARIO DE CUYO. El músico rionegrino, ganador de tres premios Gardel, reivindica su condición de artista autogestionado (de hecho tiene su propio sello discográfico, Viento Azul) y habla de su presente profesional que incluye conciertos con localidades agotadas, compartir escenario con Ricardo Mollo, y convertirse en el productor artístico del nuevo disco de Fabiana Cantilo (Súperamor).
-Yo tengo el privilegio y la enorme satisfacción de ser músico, porque hay trabajos más duros (risas), trabajar es otra cosa. No me cuesta mucho, es algo que me da mucho placer. Creo que me costó más elegir este tipo de oficio cuando era más joven. En el secundario cuando todos se van a estudiar a la universidad y eligen carreras con una base económica más fuerte. Ahí es donde más me costó decir "voy a ser músico".
No, porque después fue de manera muy natural como fueron surgiendo las cosas. La llegada a Buenos Aires fue un empujón. Pude conectarme, ver conciertos de músicos que admiro y el día de hoy poder tocar con ellos, eso me hizo muy feliz y es para mí una de mis mayores orgullos, poder compartir música con gente que admiré de adolescente y hacía covers de ellos.
Yo me vine a Buenos Aires en 2001, por amor, siguiendo a quien es mi mujer desde entonces. Ahí empece a hacer música en los bares, cantaba covers y canciones mías y veía que les gustaba y pensaba: "Bueno, podemos hacer algo con esto".
Fueron muchos, no sé si fue uno. Lo bonito de la independencia es que vas de a poquito; vas subiendo la escalera y lo disfrutas muchísimo.
-Sí, es muy difícil. Tenés que tener buena gente alrededor, que quiera trabajar, que confíe en tu música, que cuide al público también. Yo elijo ser esto, no es que lo hago porque se me cierra o abre algo; elijo esta forma de hacer mi trabajo. No estoy con ninguna compañía. Tiene un toque de rebelde, de querer hacer lo que yo quiero porque la música no tiene ningún dueño. Es para la gente, para mí, para el espacio. Es mi elección, no quiere decir que esté en contra de otros músicos que si están con una multinacional, no tengo ningún problema. La mayoría de mis amigos, no son músicos independientes.
-¿Qué significó para vos estar en el homenaje a Gustavo Cerati en la Ballena Azul?
-Imaginate… primero que el lugar es muy grande y muy fuerte también. Había mucha gente que laburó con él. Estar cantando ahí, para mí es un honor, primero porque soy la suela de lo que significa eso y porque Gustavo para mí es un maestro y siempre lo será.
-A Mollo lo conozco hace bastante, tuve la suerte de que participe de mi disco (Mundo anfibio), en realidad lo conozco de un programa de radio que tuve en una época, él fue, se copó. Cuando le gusta algo lo apoya, es alguien que piensa en los nuevos artistas.
-Me parecen que están buenos, porque valoran el trabajo de uno. Realmente que esta buenísimo, es un premio argentino y que obviamente tiene sus lados ocultos que por ahí, que siempre está que dicen que se paga, como pasa en la Argentina con todo. Pero yo no soy un detective. Me alegro de haber ganado, además que son de CAPIF, es la industria de los discos y que de repente que yo gane un Gardel me parece muy valioso, sobre todo para los nuevos músicos que elijan como yo el camino de la independencia.
-Debo tener algo, pero nunca me lo puse a pensar. Estoy en un momento maravilloso. En vez de estar pensando, en qué me ocurrirá, estoy disfrutando mucho ahora. Me pasan cosas que me sorprenden, me hace muy bien. Quiero seguir trabajando y haciendo música.
