Los migrantes forzados siguen sin encontrar un destino que les permita vivir dignamente en Europa, tras cruzar el Mediterráneo en una aventura donde se jugaron la vida, mientras varios gobiernos de la comunidad no saben cómo resolver una crisis sobre la que el papa Francisco pidió la comprensión y el esfuerzo internacional para resolver la caótica emergencia humanitaria.

Las autoridades de Francia y Austria aumentaron los controles fronterizos sobre los inmigrantes provenientes de Italia, lo que implica dar la espalda a cientos de familias sin rumbo y dejando a un creciente número de personas acampando al aire libre, en estaciones de tren y en otros lugares públicos, principalmente en las ciudades de Roma y Milán.

En una señal del persistente desacuerdo sobre cómo hacer frente a la crisis migratoria, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, amenazó con tomar medidas si otros países de la Unión Europea no se hacen cargo de una parte justa y equitativa de los refugiados que siguen llegando a las costas italianas.

El panorama es apremiante y requiere paliativos urgentes, mientras los políticos deliberaban sobre la fórmula de contención requerida por la invasión migratoria. Francia, Italia y Alemania acordaron unir fuerzas para identificar a los inmigrantes que llegan por mar y reubicarlos rápidamente en la Unión Europea, o enviarlos de vuelta a sus países de origen si sus pedidos de asilo son rechazados, pero esta tarea está lejos de implementarse y, además, será lenta y compleja.

A todo esto la Policía comenzó ayer a remover a los inmigrantes, mayormente africanos, de campamentos improvisados a la orilla del mar en la frontera italiano-francesa, luego de que unos 300 fueran rescatados del lado italiano, donde mantenían la esperanza de dirigirse hacia Francia y luego hacia el Norte de Europa, donde supuestamente tienen familiares y también mayores posibilidades de conseguir un trabajo digno.

El papa Francisco hizo un llamamiento a nivel internacional para atender las consecuencias de la huida forzada, a la vez de recordar que el próximo sábado se celebra la Jornada Mundial para el Refugiado promovida por la ONU. Bergoglio pidió por "tantos hermanos y hermanas que buscan refugio lejos de su tierra, que buscan una casa para poder vivir sin temor, para que sea siempre respetada su dignidad” y dio ánimo a todas las personas de buena voluntad que prestan su ayuda solidaria al desposeído.