Diez países europeos siguieron ayer el ejemplo de Alemania y restablecieron controles en sus fronteras o amenazaron con hacerlo para frenar el ingreso masivo de decenas de miles de desesperados refugiados que continúan avanzando desde las costas del Sur del continente en busca de un futuro mejor.
Al mismo tiempo, una cumbre de ministros del Interior de la Unión Europea (UE) fracasó nuevamente en su intento por repartirse 160.000 refugiados en los próximos dos años, una cifra que representa apenas un poco más de un tercio de las personas que llegaron este año a través del Mediterráneo.
El desacuerdo fue fustigado por el presidente de la comisión para migración y asilo del Europarlamento, Claude Moraes, que consideró ‘vergonzoso‘ que ‘algunos de los países más ricos en el mundo no pueden unirse y ayudar a aquellos que huyen de la guerra‘.
Los ministros del Interior de la UE se reunieron en Bruselas y sólo pudieron ratificar el acuerdo sellado en julio pasado para repartirse un poco más de 32.000 refugiados y de llegar a los 40.000 antes de fin de año.
En cambio, no lograron un acuerdo para recibir conjuntamente a los 120.000 refugiados restantes.
Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Letonia fueron los países que se opusieron a la iniciativa.
Los mismos ministros volverán a intentarlo el 8 de octubre próximo en una nueva cumbre regional.
A la falta de voluntad política demostrada ayer por la UE en Bruselas, se sumó las decisiones individuales de los estados miembros de bloquear u obstaculizar el avance de los refugiados a través de sus fronteras.
Desde hace meses la ruta privilegiada de los refugiados que llegan escapando de guerras y conflictos en Medio Oriente comienza por tierra hasta Turquía, de ahí continúa por el mar Egeo y una vez en Grecia suben por el continente a través de los Balcanes, Hungría, Austria y, finalmente, Alemania o los países nórdicos.
Durante dos semanas estos países habían abierto sus fronteras para que miles de refugiados cruzaran diariamente y llegaran a los países más ricos del continente, donde los recibieron cientos de ciudadanos con carteles de bienvenida. Sin embargo, en apenas 24 horas muchos de estos mismos países cerraron o levantaron controles en sus fronteras y dejaron en vilo a los miles de refugiados que siguen avanzando desde el Sur europeo.
Ayer, Hungría terminó de sellar su frontera con Serbia con un vagón de carga rodeado con alambre de púas, mientras que Austria, Alemania, Finlandia, Holanda y Dinamarca movilizaron a cientos de policías para restablecer controles en sus límites. Inclusive Eslovaquia, una posible alternativa a Austria para seguir camino a Alemania, movilizó a más de 200 policías a su frontera con Hungría para evitar convertirse en un nuevo lugar de paso para los miles de refugiados que ya avanzan desde Grecia y a través de los Balcanes.
