La norma, forjada por los antecedentes de los resultados, indica que los votos que un candidato obtiene en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) se replican en las generales. Pero toda regla tiene su excepción y en las elecciones de ayer, se dieron 3 casos: en 9 de Julio, Zonda y Caucete. Los postulantes a las Intendencias del Frente para la Victoria (FPV) habían quedado en inmejorables condiciones para alzarse con el sillón comunal, pero en la batalla final cayeron derrotados. En los 3 distritos, el peso decisivo que terminó inclinando la balanza en contra resultó la fuga de votos del justicialismo, por internas o descontento con el aspirante oficialista, hacia la oposición.
En las PASO en 9 de Julio, en la tabla de candidato por candidato, el justicialista Oscar Matamora le había sacado 24 puntos porcentuales al basualdista Gustavo Núñez. La misma ventaja había obtenido el intendente César Monla sobre Miguel Atámpiz. Y en Caucete, la oficialista Mariela Ginestar había aventajado por unos 7 puntos a Julián Gil, que jugó para el basualdismo. Sin embargo, en las generales, los resultados dieron un vuelco. De los derrotados, sólo el zondino no atendió los llamados de este medio y sí hablaron los intendentes y titulares del PJ caucetero y nuevejulino (ver protagonistas).
En 9 de Julio, como no podía repetir porque lleva 2 mandatos, el intendente Walberto Allende ungió como su sucesor a Matamora. Pero en el oficialismo hubo interna y el principal contendiente fue el concejal Mario Sánchez, quien terminó derrotado por el delfín de Allende. Según fuentes departamentales, los poco más de mil votos de Sánchez terminaron migrando hacia el basualdista Núñez por un mix de factores. El opositor pudo captar con su imagen a esa porción del electorado y el basualdismo tendió lazos de acercamiento hacia el sector del concejal vencido, cuya tropa terminó herida tras las PASO, ya que Sánchez no contó con el apoyo del jefe comunal, señalaron las fuentes. Pero Núñez además sumó los votos de su rival en la interna y capturó la casi totalidad de los del tercer contendiente, Raúl Albornoz, quien jugó por la alianza que encabezó el macrismo. Las fuentes indicaron que entre ambos opositores hubo un acuerdo en el tramo decisivo de la campaña. Albornoz tiene buenas migas con el basualdismo, ya que fue candidato a intendente por ese espacio en 2011.
En Zonda, para pelear por la reelección comunal, Monla tuvo que enfrentar la interna del FPV con el justicialista Oscar Villalobos, a quien superó por un escaso margen. Aunque este último aseguró que se transfirió el 50 por ciento de los votos del peronismo hacia el actual intendente, los números del escrutinio provisorio revelan que en realidad casi el 100 por ciento se volcó hacia el bloquista Atámpiz, quien está dentro del frente basualdista. En el departamento destacan que la estructura peronista trabajó para Monla, pero las bases quedaron resentidas al perder en la primaria y no están conformes con la gestión comunal. Otro factor que intervino fue el corte de boleta que se reflejó entre lo que cosechó Sergio Uñac y el jefe comunal (ver página 7). Por su parte, Atámpiz y el compañero de fórmula, Edgardo Sancassani, candidato a diputado departamental, se abroquelaron al unir a ambas familias bloquistas. En Caucete, el justicialista Emilio Mendoza había perdido por poca diferencia la interna con Ginestar. En un juego ambiguo con el oficialismo, ya que decía que apoyaba a la candidata pero no al intendente Juan Elizondo, gran parte de sus votos fueron hacia Gil.
