Después de años de bochornosa pasividad, el líder de la Iglesia Católica de Cuba, cardenal Jaime Ortega, empezó a manifestarse explícitamente en contra de los abusos de la dictadura cubana, pero lo hace tímidamente y muy tarde. Esta semana, Ortega hizo declaraciones inusualmente fuertes en una entrevista de la revista Palabra Nueva de la curia cubana. La noticia se reprodujo en todo el mundo con titulares similares: "La Iglesia cubana exige cambios".

Ortega, de 73 años, dijo que Cuba pasa por "una situación muy difícil" y que existe un creciente "denominador común fundamental en casi todos los opinantes: que se hagan en Cuba los cambios necesarios con prontitud para remediar esta situación". Se refirió al reciente escándalo provocado por la muerte de Orlando Zapata Tamayo, preso político que murió tras una huelga de hambre de 85 días. Ortega reiteró pedidos de la Conferencia Episcopal Cubana, que demanda que el gobierno respete la vida de los presos de conciencia, y le pidió a Guillermo Fariñas, un disidente que está siendo alimentado por vía intravenosa desde febrero, que abandone su huelga de hambre.

Según el cardenal, el rol de la Iglesia cubana es el de "invitar a todos a la cordura". Afirmó que "el hecho trágico de la muerte de un prisionero por huelga de hambre ha dado lugar a una guerra verbal de los medios de comunicación de Estados Unidos, de España y otros. Esta fuerte campaña mediática contribuye a exacerbar aún más la crisis. Se trata de una forma de violencia mediática, a la cual el gobierno cubano responde según su propio modo".

¿Violencia mediática? ¿Está acusando a los medios internacionales por informar sobre la muerte de una persona por una huelga de hambre tras cumplir una condena por expresar pacíficamente sus ideas? ¿Acusa a los periodistas extranjeros por informar el caso Fariñas, quien dejó de comer para llamar la atención mundial sobre otros presos de conciencia a punto de morirse en sus celdas por falta de atención médica? ¿Nos acusa por señalar que Cuba tiene más de 200 presos políticos?

Llamé a Fariñas para conocer su reacción. Dijo que las declaraciones del cardenal "son tímidas, porque Jaime Ortega fue preso político, y sabe cómo lo maltrataban ahí, cómo lo golpeaban, cómo trataban de quitarle las ideas los mismos que hoy están en el poder". Además "porque la jerarquía católica no quiere perder las prebendas que le da el gobierno cubano, como permitir hacer seminarios y los espacios en radios, y en ocasiones en televisión". Fariñas concluyó que "la Iglesia puede hacer una carta condenatoria de lo que está ocurriendo, con más fuerza que la que hizo" y referirse específicamente a "los actos de repudio" contra las Damas de Blanco, que "sólo se pueden dar si los orienta, ordena y manipula la alta cúpula dirigente".

Mi opinión: No me extrañaría que Ortega haya publicado esa entrevista porque se sienta presionado por sus propios súbditos a tener una actitud menos timorata ante lo que pasa en Cuba. Me consta que muchos obispos y sacerdotes consideran que el cardenal ha sido un freno a los esfuerzos por defender vigorosamente las libertades fundamentales. Ellos, y Fariñas, tienen razón. Ortega pasará a la historia como un cardenal que no cumplió con la misión básica de cualquier religioso de defender a los oprimidos.

"¿ESTÁ acusando Ortega a la prensa por señalar que, a diferencia de lo hecho por Estados Unidos en Guantánamo, Cuba no permite que el Comité Internacional de la Cruz Roja visite las cárceles cubanas?"