Hace 80 años, en 1933, se cumplió el primer intento de llegar a la cima del cerro más alto de la provincia de San Juan, el Mercedario. Dicha expedición fue concretada por el alemán residente en Chile, Albrecht Maass, quien fue acompañado por un arriero chileno que conocía muy bien la zona cordillerana, especialmente los terrenos aledaños a este gran cerro.
La idea de este artículo es recordar aquella hazaña transcribiendo partes del escrito dejado por el expedicionario alemán, uno de los pocos testimonios de esa época que se conservan.
"’A unos 100 kilómetros al norte del Aconcagua, la montaña mas alta de América, se levanta su hermano menor el cerro Mercedario, completamente inexplorado hasta la fecha y cuyos alrededores solo han sido visitados raras veces por excursionistas, ya que muy poca gente es atraída por esta región tan árida, donde solo en verano pastan algunas ovejas.
Entre una cadena de montes cuya altura es superior a los 6.000 metros y cuyos cerros principales son el Alma Negra y la Ramada, de 6.000 y 6.200 metros respectivamente, se yergue el macizo del Mercedario cuya altura se calcula entre los 6.700 y 6.800 (en esa época no se sabía con exactitud), es decir solamente 200 a 300 metros menos que el Aconcagua.
Tanto el Mercedario como el Aconcagua, ambos quedan fuera del limite con la República de Chile, completamente en territorio argentino” señala Maass.
Según el testimonio del alemán era difícil encontrar gente que conociera los caminos que llevaran al Mercedario por el lado chileno, pero acompañado por la suerte se encontró a la persona indicada. Un acaudalado hacendado chileno. Esta persona prestó gran hospitalidad y una eficaz ayuda subsanando todas las dificultades que ofrecían una expedición tan larga en tales regiones. Había que encontrar mulas y baqueanos, comprar provisiones, llevar carpas. Después de intensos preparativos salieron de Chile a comienzos de 1933. A medida que entraban cada vez más en terreno montañoso este se ponía más pedregoso mientras los cerros se empinaban cada vez más. Después de varios días estaban sobre los 2.200 metros de altura protegiéndose por corrales de piedra contra los fuertes vientos nocturnos. Algunas noches dormían sin carpa para experimentar el frío cordillerano que hacía descender el termómetro hasta un grado bajo cero, aún en pleno verano.
Explica más adelante que abandonando el terreno donde nace el Río Sobrante y desapareciendo la vegetación casi por completo, cruzaron dos cordones montañosos con cerros de múltiples colores y delante de ellos se erguía con suave inclinación a lo lejos la enorme mole del Mercedario, cortada abruptamente hacia el sur donde brillaban enormes ventisqueros. Se encontraban en un valle ancho que poco a poco se iba estrechando para formar una honda que los haría llegar hasta el segundo paso denominado de las Llaretas.
Ya en territorio argentino, en el tercer día de viaje, esperaban estar al pie del Mercedario. Todavía les quedaba subir un paso llamado la Cuesta del Cobre, para luego bajar y llegar hasta una laguna donde debían hacer el campamento, para iniciar desde allí la ascensión. El Mercedario se levantaba como un fantasma ante los expedicionarios y todavía ignoraban por donde comenzarían a escalarla, pues el mapa y los baqueanos hasta acá indicaban el camino. Lo que vendría en adelante era terreno desconocido.
Por el aspecto que presentaba el paso de los Piuquenes y desde la cuesta del Cobre, suponían que el Mercedario tenía su lado flaco en su falda septentrional. Los animales solamente pudieron llegar hasta la altura de 4.300 metros, desde donde tuvieron que empezar a cargar el equipo hasta los 5.000 metros, pero en solitarios dado que los baqueanos se negaron a ayudar por cuestiones supersticiosas.
Después de unos días de aclimatación sobre los 4.500 metros, el alemán con su amigo chileno decidieron ascender hasta lo que ellos llamarían primer campamento de altura, donde tenían que llevar los equipos no sin antes tener que sortear los problemas de la nieve y los penitentes. Ascendieron por la falda del ventisquero para llegar a la loma que existe al noroeste del Mercedario y el que constituye al parecer el único camino de acceso. Un camino cada vez mas empinado y el hielo hicieron que se tuvieran que encordar por una cuestión de seguridad. El día empeoró de repente y las condiciones climáticas complicaron la expedición. De acuerdo a lo que podían apreciar ellos veían que estaba entrando un frente de tormenta, y al día siguiente querían llegar a los 6.000 metros de altura, donde tendrían temperaturas de 15º bajo cero.
Transcurrían los últimos días de octubre de 1933, cuando Albrecht Maass se dispuso a continuar en solitario, ya que su compañero se sentía mal por la altura. El alemán lograría llegar a los 6.000 metros, cuando el temporal se desató con mas fuerza. Entonces decidió emprender el regreso por que sentía algunas de sus extremidades de los pies entumecidas.
De esta forma quedó en suspenso llegar a la cumbre del cerro más alto de San Juan que seguiría virgen e inconquistable hasta más adelante.
(*) Profesor de Historia. Docente de la UNSJ. Miembro de la Junta de Estudias Históricos de la Provincia de San Juan.
