En un giro sorpresivo sobre su rígida política importadora de productos alimenticios en fresco, el gobierno de los Estados Unidos anunció que permitirá la importación de carne fresca proveniente de la Argentina, levantando así la barrera que mantenía desde hace casi 15 años para el ingreso de los cortes argentinos a ese país. La decisión es amplia, de tal manera que una vez superadas las formalidades diplomáticas y sanitarias, la carne argentina producida en la totalidad del territorio nacional podrá llegar en forma irrestricta al mercado estadounidense.

La importación de carne bovina fresca desde Argentina estaba prohibida desde 2001 por el Departamento de Agricultura de Washington, tras el brote de fiebre aftosa registrado ese año en nuestro país y, a pesar de que la situación sanitaria se superó en 2007, el Servicio de Inspección de Salud Animal y Vegetal de EEUU mantuvo la prohibición hasta ayer, cuando se conoció la revisión oficial de la medida.

La apertura norteamericana no fue un trámite fácil, ya que llevó más de una década de negociaciones, inspecciones e intercambios de información entre los organismos específicos de ambos países y de los entes multilaterales y locales, junto con un reclamo de la Argentina ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), con un pronunciamiento favorable a nuestros reclamos. Se espera que en unos 60 días de trámites burocráticos los cortes de carnes argentinas llegarán a las góndolas estadounidenses sin restricciones. Hasta ahora las únicas importaciones de carne bovina enfriada o congelada estaban limitadas a la zona denominada "Argentina Norte", ubicada al Norte del paralelo 42, considerada libre de aftosa con vacunación, y por debajo de ese paralelo en el área conocida como "Patagonia Sur" (Chubut, Río Negro y Santa Cruz) libre de aftosa sin vacunación desde el año pasado.

La noticia es ampliamente positiva para reactivar la ganadería argentina y poner en movimiento a la alicaída industria frigorífica, dos polos productivos frenados por políticas equivocadas, dictadas con el argumento de cuidar los precios locales, algo que nunca ocurrió, porque el desaliento del ganadero hizo disminuir la oferta e impulsó a cambiar la dieta por carne aviar y porcina. Y el país perdió mercados externos con pérdida de ingreso de divisas genuinas.