La última vez que lo vio su familia fue el sábado después de las 20 en su casa del Lote Hogar 43, Chimbas. Aquella noche Ariel Bustos (20) estaba distendido y cruzó algunas bromas con su mamá Norma, quien reparaba en lo ‘perfumado y encremado’ que estaba porque partía hacia la casa de su novia en la Villa Pueyrredón, detrás de la Electrometalúrgica Andina, también en Chimbas. Parecía una salida más pero Ariel no volvió en la madrugada del domingo como solía hacerlo; tampoco avisó que se quedaría en lo de su novia (en realidad nunca lo hizo) o donde estaba. Y el paso de las horas sin hallarlo en los hospitales, tal vez detenido en alguna seccional policial o incluso en canales, llenaron de angustia a su familia que se hartó de llamarlo o mandarle mensajes a su celular sin recibir respuesta hasta que denunciaron el caso en la policía.
El caso está radicado en la Seccional 30ma al mando del comisario Horacio Herrera. Desde allí pidieron colaboración a otras sedes policiales y a la Brigada de Investigaciones para dar con su paradero, mientras intentan reconstruir los últimos movimientos de ese joven, que es el mayor de 7 hermanos y se gana la vida haciendo changas.
Ayer, la abuela, Ana Tapia, y la madre del joven, Norma Bustos, explicaron que de acuerdo a sus averiguaciones, aquella noche Ariel llegó a la casa de su novia de acompañante en la moto de un amigo. Que fue con ella a una peña en la misma Villa Pueyrredón y luego a un cumpleaños en Villa Observatorio, de donde lo vieron salir ‘como perdido’. Al rato -dijeron- lo encontraron en el piso en la casa de su suegra, lo hicieron reaccionar y se levantó ‘sin conocer a nadie’. Por eso le pidieron a su amigo que lo llevara en moto de vuelta a su casa, pero ese joven les dijo que en el camino pararon a darle cigarros a otro joven y de ahí Ariel se empeñó en quedarse, y lo dejó.
Fue entre las 3,30 y las 4 del último domingo. ‘Todo es muy raro porque no es de tomar ni pelear… sólo queremos hallarlo vivo’, dijo su mamá Norma.
