José Martinazzo fue elocuente en sus declaraciones apenas asumió como técnico. “Este es un momento de transición. Una etapa de recambio con un proceso nuevo con jugadores jóvenes…” Y en eso está. No convocó a jugadores importantes (el Colo Farrán, Carlos López o David Páez, por dar ejemplos) y se jugó con muchachos con hambre de gloria. Mantuvo un referente (el Mono Velázquez), como él mismo lo aclaró, le sumó figuras jóvenes con experiencia internacional y llevará otros que hasta jamás jugaron un Mundial. El tiempo le dará o no la razón. Porque una vez que termine el Mundial en Vigo se podrán sacar las conclusiones. Lo cierto es que en Suiza el equipo que “juntó”, dejó en claro que necesita ajustar tuercas. Hubo elementos que a José le rindieron en una muy buena medida: El Turco Kennan en el arco y Luquitas Ordóñez en el ataque. El primero porque mostró personalidad y el segundo porque terminó siendo el goleador del torneo. El resto cumplió. Pero, por ejemplo, faltó un defensor definido, más todavía por la ausencia del Tuco Abalos. Es más, el mendocino es otro de los que deberá estar en el Mundial sí o sí. Al técnico le gustó el rendimiento del equipo pero en la complicada de verdad (en la semi ante España) perdió. Y eso es lo que le está faltando en los últimos años a la Argentina. No sólo emparejar con los grandes sino soñar con la chance real de superarlos.
