El amor todo lo puede. Una frase que dice mucho pero que se llena de contenido cuando personas de gran corazón lo plasman en la realidad, más cuando esa realidad es la de un niño que necesita una familia. Una frase que se transforma en generosidad cuando una pareja decide convertirse en padre y madre por voluntad propia, sin importar si el chico llega a su hogar con un mes o con catorce años. Simplemente deciden ser padres y dar amor en forma incondicional con todo lo que eso puede acarrear. Así trabajan desde hace 22 años los Hogares de Belén, familias por las que pasaron 316 chicos en estado de abandono, de los cuales 113 fueron adoptados por los "guardadores" (aquellas familias que los cuidaron e integraron en su seno hasta que el juez oficializó la adopción); otros 12 volvieron a instituciones de la Dirección de la Niñez porque no tuvieron adaptación; 5 se emanciparon por cumplir mayoría de edad (y se casaron o consiguieron trabajo); 2 bebes murieron como consecuencia de enfermedades terminales; 83 volvieron con sus familias biológicas porque la justicia determinó que estaban en condiciones de recibirlos nuevamente; 52 pasaron a lista de padres adoptivos (en la Justicia), y actualmente hay 45 que todavía están en guarda en diferentes hogares (sin resolución del juez para dar la adopción definitiva).
Todo comenzó en el año 89 cuando Raúl Mengual y su esposa Rosita se enteraron de este movimiento a nivel nacional y le propusieron al, por entonces, juez Lisandro Lloveras, llevar a la práctica esta posibilidad para que todos aquellos padres que buscaban adoptar tuvieran una nueva opción, y sobre todo para aquellos chicos que por no ser pequeños no tenían muchas oportunidades de encontrar una familia adoptiva. "En ese momento hicimos una especie de ensayo con unos hermanitos que no queríamos que rompieran el vínculo aunque estuvieran en familias diferentes.Comenzamos con los matrimonios Aciar – Prior y Sánchez – Botella. Como los resultados fueron buenos porque los chicos que habían estado internados desde que su mamá falleció encontraron un hogar", cuenta Rosita, quien hasta ahora se encarga de cada caso hasta que el juez determina que terminó la guarda y los entrega en adopción.
Así fue que el 13 de agosto de 1992 se oficializó lo que durante todos estos años se conoce como "Hogares de Belén", una labor que tiene como pilares fundamentales el sacrificio, la entrega, el renunciamiento y, sobre todo, el amor.
"Hemos pasado momentos difíciles, pero hubo dos en especial que fue la muerte de dos bebés, uno con Sida y otro con anaencefalia. Si bien las familias que los recibieron sabían que estarían con ellos para acompañar sus últimos días de vida, fue muy duro para todos. Por unos meses esas personas le dieron todo el amor del mundo a esos chicos que habían sido abandonados con su enfermedad. También era difícil recibir a los niños que estaban muy desnutridos, pero ahora es hermoso verlos grandes y sanos", dice Rosita quien no pudo con su genio y adoptó cinco hijos, con los que suman seis junto a su hijo biológico, además de otro chico de 17 años que todavía está en guarda judicial. De hecho, Marcela, la mayor ya le dio 4 nietos y Alejandro uno más.
"Siempre les decimos a las familias que toman en guarda a un chico que el tiempo genera un vínculo y el vínculo un derecho, pero siempre tienen que saber que el chico tiene la opción de volver con sus padres si el juez lo cree conveniente, o puede no adaptarse a la familia o la familia a ellos, o lo mejor puede pasar que todo salga bien y lleguen a la adopción", agrega.
Protagonistas del amor
Del total de chicos que pasaron por familias que decidieron simplemente dar amor por tiempo indeterminado, muchos ya han superado los 18 años y tiene su vida encaminada junto a su familia, en sus estudios o en su trabajo. Tal es el caso de Exequiel Vargas (21), quien fue entregado en guarda a los dos meses a Estela y Pedro Vargas, quienes además tienen otra hija adoptiva y dos biológicos. "Crecí con ellos luego supe que era adoptado. La etapa más difícil fue cuando los chicos en la escuela se enteraron que no me gustaba escuchar el nombre Paula porque así se llamaba mi mamá biológica, y ellos me lo decían y no podía evitar ponerme mal. Luego lo superé pero me costó hacerlo", cuenta Exequiel, quien está terminando la escuela secundaria, trabaja con su papá en una propiedad de ellos en Rawson.
"Mis papás me han tenido mucha paciencia, siempre he hablado mucho con ellos. Además con mis hermanos siempre hemos tenido una relación normal, como cualquier hermano", agrega.
Celia Gallardo (18) llegó a la vida de Julia Amorós y su esposo César Gallardo con sólo dos meses. Curiosamente ella comparte una hermana con Exequiel (su hermana biológica también fue adoptada por los Gallardo). "Estoy terminando la secundaria y quiero estudiar Asistente Social en San Luis. Mi idea es poder ayudar a la gente que lo necesite", indica.
Distinta es la historia de Bárbara Bastante (18), que luego de pasar por dos familias con las que no tuvo adaptación, llegó al hogar de José Luis y Marisa con 8 años y se quedó para siempre. "Yo había estado internada en el Instituto Santa Lucía, luego pasé por dos hogares y finalmente me encontré con Marisa. Le dije mamá apenas la conocí con mi papá tardé un par de días, pero me sentí cómoda desde el comienzo. Tengo dos hermanos más de sangre y dos de corazón. Estudié peluquería y estoy trabajando, pero sigo haciendo cursos para poder tener el local propio", indica Bárbara, quien no reniega de lo que le tocó vivir y por el contrario se siente muy agradecida de su familia actual.
La primera adopción
Un caso aparte es la familia Mengual (los fundadores de los Hogares de Belén). Ellos, precisamente, fueron los primeros en adoptar una hija con este sistema en el año 1989. Marcela ahora tiene 39 años, 4 hijos, está casada con Adrián, es ama de casa y consultora de belleza. "Somos varios hermanos que al fallecer mi mamá, nos quedamos solos y mi abuela nos internó. Pasamos cinco o seis años sin ver familia, solo los chicos que estaban con nosotros ahí, hasta que llegaron Rosita y Raúl. De no haber sido por los Hogares de Belén no se qué hubiera sido de nuestras vidas. Yo era la mayor, tenía 15 años, ya nadie nos iba a adoptar. Fue una etapa muy fea. Claro que ahora que tengo hijos grandes también me doy cuenta como les costó a mis papás soportar nuestras cosas, nuestros comportamientos. Hay que ser madre para darse cuenta", relata Marcela.
Otra de las hijas adoptadas por los Mengual es Pamela. Ella tiene 23 años, llegó con 11 a la familia, y actualmente estudia para ser chef. Carlos (21) es el más chico de los Mengual, quien llegó con sólo un añito. Así en la actualidad son cinco los hijos adoptivos y un hijo biológico, una aclaración que solo sirve a los fines de la información pero no a nivel familiar donde no hay distinciones de ese tipo.
Una familia unida y agradecida del amor intercambiado. Rosita insiste que todos estos años de trabajo destinado a los chicos en estado de abandono ha sido el resultado de las decisiones de los jueces de menores, de las familias que decidieron adoptar a cada niño y de cada persona que realizó un aporte, pero "sobre todas las cosas gracias Dios", asegura Rosita.
