Gloria González no tuvo un buen comienzo. Perdió el Rosario que la acompaña a todas partes y la cadena de su bicicleta se salía a cada rato. Pero eso no la detuvo para participar de la primera bicicleteada y caravana de la fe en honor a San Expedito que se realizó ayer en Angaco. La gente pedaleó 31 kilómetros desde el municipio hasta El Bosque donde se entronizó la imagen del Santo, para que la gente tenga un santuario más cerca donde venerarlo. Muchos debieron parar a causa de los calambres.
Al frente del contingente se ubicaron los integrantes de la Agrupación Deporte y Salud de Angaco, que se dedican al biciturismo y que organizaron la bicicleteada de la fe junto a la parroquia de Nuestra Señora del Carmen y la Municipalidad de Angaco. Por su experiencia fueron los encargados de dirigir al grupo y de alentar a los niños que se sumaron a la bicicleteada para entrenar, y a las amas de casa que lo hicieron por devoción al Santo.
Matías Verón tiene 7 años y tiene varias carreras de bicicross. Arrancó con mucha energía en la punta del pelotón, pero a mitad del recorrido comenzó a sentir las consecuencias del esfuerzo y del calor. Disminuyó la velocidad y se fue atrasando por lo que uno de los ciclistas experimentados lo tuvo que empujar casi para que pudiera llegar a la meta. Pero no fue el único que necesitó asistencia para llegar hasta la parroquia de Santo Domingo, en El Bosque, donde se encuentra la gruta de San Expedito. A Jorge no sólo lo tuvieron que empujar un par de veces para que no hiciera demasiado esfuerzo y volviera a acalambrase, sino que también debieron ayudarlo a parchar una de las ruedas que pinchó antes de concluir el recorrido.
A los 16 kilómetros del recorrido los ciclistas hicieron una parada para recargar agua en las cantimploras y botellas de plástico, y para estirar un poco los músculos. El descanso duró menos de 5 minutos y por recomendación de uno de los ciclistas experimentados que dijo que había que continuar el viaje antes de que el cuerpo se enfriara, sino iba a costar el doble retomar la marcha.
Todos acataron el consejo y volvieron a rodar, y como si estuvieran participando de una carrera profesional, pese a que la marcha no superaba los 20 kilómetros por hora. Es que los vecinos se agolparon a la orilla de las calles para darles aliento, tal como ocurre en las jornadas de ciclismo en la provincia.
Pasadas las 13, los ciclistas llegaron a destino. Frente a la gruta de San Expedito los estaba esperando el padre Marcelo Alcayaga para darles la bienvenida y bendecirlos en nombre del Santo. No lo hizo de inmediato. El párroco esperó unos minutos para que la gente pudiera tomar agua y elongar para terminar o prevenir los calambres.
La bicicleteada de la fe terminó con un show de Materia Prima.
