Fue como si lentamente se armara una tormenta. Primero, algunas nubes. Después, un par de gotas. Luego, un aluvión. Así se gestó el baile carnavalero en Ullum, casi al amanecer en plena calle. No hubo un punto de inicio. Fueron grupitos que empezaron a bailar antes que empezara el carrusel. Y así, cuando el locutor dijo el nombre de la nueva soberana del carnaval, la fiesta ya se había apoderado de la calle, que pocos minutos antes había funcionado como corsódromo.

El pavimento caliente se transformó en una pista de baile, en la que no importó la edad de los danzantes. Changuitos, reposeras, mesas de plástico, fueron parte de la escenografía de la fiesta. Es que después del carrusel y el paso de las murgas, en Ullum se armó un baile típico de carnaval. Y aunque faltaban pocos minutos para que el Sol empezara a reflejase en el dique, nadie se fue del lugar. El viernes la fiesta terminó de día.

No sólo la chaya fue lo que intentaron rescatar los ulluneros con esta celebración popular. Armar un baile entre vecinos en plena calle, fue otra de las costumbres que se recuperó. Ni siquiera hizo falta la policía para que cortara el tránsito. Ellos mismos se encargaron que varias cuadras se transformaran en una pista de baile de carnaval. Incluso, algunas señoras, ansiosas por seguir el ritmo de “Ecatombe”, la banda cuartetera que le puso alegría a la noche, se turnaron para cuidar sus hijos.