La FIFA, máxima entidad del fútbol internacional, sufrió ayer el peor escándalo de su historia, cuando 7 de sus más altos dirigentes (anoche a última hora ya se hablaba de 11) fueron arrestados en Zurich, Suiza -donde mañana se llevará a cabo el Congreso para renovar autoridades-, acusados de fraude, chantaje y lavado de dinero por el Departamento de Justicia estadounidense, con un total de 14 imputados.
Los detenidos, con pedido de extradición a Estados Unidos, son el uruguayo Eugenio Figueredo (vicepresidente de la FIFA); Jeffrey Webb, de las Islas Caimán; el brasileño José María Marín, el costarricense Eduardo Li, el nicaragüense Julio Rocha, el venezolano Rafael Esquivel y el británico Costas Takkas, según el Ministerio de Justicia suizo.
Además, el ex titular de la Conmebol, el paraguayo Nicolás Leoz, y tres empresarios argentinos están imputados en la causa por corrupción. Se trata de ejecutivos de empresas relacionadas con la FIFA: Alejandro Burzaco, director de Torneos y Competencias; y Hugo y Mariano Jinkis, del Full Play Group.
La Justicia estadounidense no formuló cargos contra el actual presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, quien se presenta a la reelección para un quinto mandato en el Congreso de la FIFA en Zurich, contra el príncipe jordano Ali Bin Al Hussein (a quien apoyó públicamente Diego Maradona).
Sobre la votación, la FIFA aseguró que se llevará a cabo pese al escándalo y también afirmó que no peligran los países elegidos como sedes de los Mundiales de 2018 (Rusia) y 2022 (Qatar).
El estadounidense Chuck Blazer, ex secretario general de la Concacaf, fue el hombre clave, en su rol de arrepentido, que colaboró con el FBI en la investigación que desencadenó este escándalo en la FIFA.
Blazer también fue integrante del comité ejecutivo de la FIFA hasta mayo de 2013, cuando fue suspendido por 90 días por recibir una coima de más de 20 millones de dólares.
Las autoridades estadounidenses también allanaron ayer las oficinas de la Concacaf (Confederación de Fútbol del Norte, Centroamérica y el Caribe) en la ciudad de Miami, como parte de la investigación.
El Departamento de Justicia estadounidense hizo público un comunicado en el que anuncia que han sido presentadas un total de 47 acusaciones ante el tribunal de Brooklyn (Nueva York) por “organización mafiosa, fraude masivo y blanqueo de dinero, entre otros”.
Según esta investigación, los acusados estarían implicados en la obtención de sobornos por valor de más de 150 millones de dólares, a lo largo de 24 años por la corrupción del fútbol, por “lucrativos derechos de comercialización en los medios y mercadotecnia en los torneos internacionales”.
“Corrupción rampante, sistemática y profundamente enraizada” es la descripción de la fiscal general Loretta Lynch, quien puntualiza que “se ha extendido en las dos últimas generaciones de federativos que abusaron de sus puestos de confianza para conseguir millones de dólares en mordidas y sobornos”.
La fiscal general norteamericana señala como víctimas a multitud de competiciones y torneos de distintos países que deberían haberse beneficiado de los ingresos generados con la comercialización de los citados derechos.
Estados Unidos perdió la elección de la sede del Mundial 2018 con Rusia, mientras que Inglaterra pretendía organizar el Mundial 2022, aunque los directivos de la FIFA se inclinaron por Qatar.
Sobre las candidaturas, Michael García, ex presidente del Comité de Ética de FIFA y casado con una agente del FBI, realizó un informe sobre cómo se eligieron a Rusia y Qatar como anfitriones del los Mundiales de 2018 y 2022, respectivamente. El documento cayó en manos del juez alemán Joachim Eckert, quien notó “infracciones concretas en casi todas las candidaturas”.
Al uruguayo Figueredo, además, le podrían revocar su nacionalidad estadounidense por falsificación.
