Mucho más que un revolucionario, Francisco Papa del mundo "’El Renovador”, no solo ha tocado lo más hondo de la Doctrina Social de la Iglesia, dejando en vilo a los líderes políticos y representantes de distintos gobiernos sino que especialmente ha provocado una verdadera transformación de la fe instando a los guías religiosos a testificar "’hacia fuera, el mundo exterior” como lo hiciera Cristo casi dos milenios atrás.
La cuestión es que hacemos ahora o mejor dicho que estamos haciendo, pues como Jesucristo hace nueva todas las cosas, Francisco está dando muestras de como continúa el camino de la Iglesia. Francisco no ha venido a cambiar nada de lo ya establecido en el ámbito de la fe, la Iglesia y su misión apostólica, sino todo lo contrario ha venido a que se cumpla lo que está señalado, como dijera Cristo en el evangelio "’No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla”. (Mt. 5 17-18).
Si calificamos como sorprendente la experiencia que hoy tenemos al vivir esta propuesta de renovación de la fe en este 2013, se impone aún con mayor urgencia testificarla, demostrarla, hacer que cada acción, cada compromiso y cada obligación estén realizados en el marco de principios éticos y en correspondencia con la ley natural y el mejor diseño normativo creado por el hombre bajo el amparo de Dios germen de toda razón y justicia.
De esta forma cristianos y no cristianos, todos, estamos llamados a la verdad cobrando un nuevo impulso para incrementar la fuerza o la energía, para enfrentar la corrupción del hombre y el plegamiento en ella de la ideología social de grupos de poder que pretenden dar hegemonía a sus gobiernos sin permitir a la juventud que intervengan y diseñando un futuro de intereses de dependencia económica que taladra sus destinos hacia el absoluto sometimiento.
Si el joven pierde la libertad frente a los intereses que ostentan el poder se hace muy difícil proclamar los valores espirituales y los principios éticos, sin embargo el rol de la juventud es advertir quienes permanecen en el poder sin permitir una verdadera movilidad social y espiritual.
El joven de hoy tendrá que enfrentar los ataques contra la vida protegiéndola desde sus orígenes y defendiendo la unidad familiar creyendo en su modelo varón y mujer y en el matrimonio para seguir ejemplificando ante sus hijos el amor de la primera comunidad básica de una sociedad de padre y madre que traen a la luz una nueva vida sin distorsiones que provoquen crisis en la misma educación. Por otra parte beberá ser cauto en su misión cívica sin que compren su voluntad democrática de intervención social, pues todo poder debe ser participado y alternado entre los ciudadanos.
El adulto debe orientar al joven, para que no caiga en la droga que con eficaz facilísimo promueve el "’negocio” perjudicando a los más necesitados o comprometiendo a los más capaces en un círculo del cual ya no se puede salir.
El compromiso lo tienen los educadores, maestros y profesores, legisladores y miembros del ejecutivo, jueces y fuerzas de seguridad, directores espirituales y finalmente tú, quien eres el beneficiario de la fe, la confianza y el amor de Dios.
La pesada carga ya no está en los jóvenes, en los pobres, en la gente común sino está en sus responsables, aquellos que quisieron llegar al poder y que deben servir pues al decir de Jesús bienaventurados sois cuando por mi causa sean ofendidos o perseguidos, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Ya no se trata de contar con bienes materiales y terrenales sino con la verdad y la justicia, con el bien y la solidaridad, con los valores sociales y el respeto por la Constitución y finalmente con lo que jamás debemos perder y nadie nos puede robar la fe y la esperanza. Por todo ello reconozcamos que todos somos iglesia y que modernizarse espiritualmente es lograr el verdadero fin hacia la libertad, jugándose por el prójimo y alcanzando el amor no solo por sentimiento sino llegar al "’Amor por convicción”.
(*) Pedagogo. Profesor de Enseñanza Primaria y Preescolar, Media y Superior en Filosofía y Psicología.
