Buenos Aires, 4 de Septiembre.-
"Gracias a Dios y a nuestra señora de Aparecida", dijo el Papa, en referencia a la patrona del Brasil, ante la multitud de fieles que, como es costumbre desde el inicio de su pontificado, colmó la plaza San Pedro. Y mencionó especialmente el cálido recibimiento de que fue objeto por parte de los brasileños. Dijo tener mucha "saudade" de su visita a Río.
Francisco dedicó su homilía a recordar la experiencia vivida en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Brasil a fines de julio pasado, a la que resumió en tres conceptos: acogida, fiesta y misión.
Definió a la JMJ como una gran fiesta de la fe, pero recordó que "sin el amor de Dios, no hay verdadera fiesta para el hombre". "Acogida, fiesta, fiesta con los hermanos, pero sobre todo con el Señor, una fiesta de la fe. Y misión, Jesús envía a los discípulos, vayan, lleven la luz y el amor a las periferias de la existencia", dijo el Papa, y agregó: "Yo estaré con ustedes, nos dice el Señor; sin Él no podemos hacer nada".
"A los ojos de Dios, todo joven es un apóstol", dijo también Francisco. Y señaló que, si todos los jóvenes que estuvieron en Río permanecen unidos, construirán el Reino de Dios.
En este sentido, interpeló varias veces a los jóvenes presentes en la plaza: "¿Quieren transformarse en esperanza? ¿Se atreven a transformar el mundo, a hacerlo más justo? ¿Tienen el coraje de recoger este desafío?", les preguntó.
La buena noticia, dijo, "aunque no sale en los diarios", es que "somos amados por Dios y Jesús ha venido a salvarnos, a perdonarnos".
Este recurso de destacar lo no se publica en los medios lo usó también en referencia a los peregrinos de la JMJ: "Los jóvenes que en Río encontraron a Jesús resucitado no salen en los diarios porque no hacen escándalo".
Después de la homilía, Francisco dedicó un breve momento a reiterar su convocatoria por la paz. Estas fueron sus palabras: "El sábado próximo (7 de septiembre) tendremos juntos una jornada especial de ayuno y de oración por la paz enSiria, en Medio Oriente y en el mundo entero y también por la paz en nuestros corazones. Porque la paz empieza en el corazón. De nuevo invito a toda la iglesia a vivir intensamente este día y desde ahora expreso mi agradecimiento a los otros hermanos cristianos, a los hermanos de otras religiones y a los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran unirse, en el modo y lugar propios a este momento. Exhorto en particular a los fieles romanos y a los peregrinos a participar de la velada de oración aquí, en plaza San Pedro, a las 19 horas, para pedir al Señor el gran don de la Paz. Que se alce fuerte en toda la tierra el grito de la paz".