El papa Francisco visitó ayer un campo de desplazados internos en la capital de República Centroafricana,
Bangui, donde los residentes celebraron su llegada como un presagio de ‘paz y reconciliación‘ en un país desangrado por el conflicto que enfrenta a comunidades cristianas y musulmanas.
En un ambiente de entusiasmo, una multitud de desplazados, que viven en el campamento sin apenas recursos, se fundieron en lágrimas a la llegada del pontífice. Francisco visitó el campamento Centro Jean XXII, uno de los numerosos recintos de Bangui que da refugio a parte de las 440.000 personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares pero que han permanecido en el país. ‘Bienvenido, papa Francisco. Estamos muy honrados por su visita’, dijo una mujer refugiada.
