“Quedé casi inconsciente y ví una cosa blanca enfrente mío. Yo dije: estoy muerto, estoy del otro lado. Y no, gracias a Dios, la cosa blanca era el airbag”. “El impacto fue espantoso. Imaginénse, cuatrocientos kilos golpeando un auto. Ahora me río, pero en ese momento me asusté mucho y pensé lo peor”. “Los cinturones y los airbags nos salvaron la vida. Lo único que tengo es un dolor en la columna y unos cortes, por los vidrios. Lo importante es que estamos bien”.
