Nada es casual: ni los 7 metros de alto de la inmensa y despojada cruz de madera que preside la ceremonia, ni los 7 elegidos para cruzar sobre las brasas, ni las 7 veces que se repite la oración para expulsar ‘a los hechizos, brujerías, conjuros y trabas‘ que pudieran padecer los presentes y que Luis Paredes declama en voz alta, en semi-trance, durante la fogata de San Juan Bautista que se realizó el viernes por la noche en Media Agua. Uno de los hombres que colabora con él, esparciendo incienso desde un tarro sujeto a un alambre, explica la simbología: ‘El 7 es el número de la perfección del bien, que es Dios, pero también de la perfección del mal, que es el diablo. Por eso todo se repite 7 veces‘, dijo, pronunciando la palabra ‘diablo‘ casi como un susurro, como si quisiera no decirla. Y agrega: “El fuego quema todo el mal”.
Es de noche y la helada se ensaña con las poco más de 300 personas que llegaron hasta el barrio Patagonia II, en Media Agua, donde se alza la gran fogata de San Juan. A un costado, un pequeño escenario, donde Paredes cumple su ritual de oraciones y rezos de sanación. Dos mujeres lo asisten mientras las personas reunidas alrededor de la fogata empiezan a aproximarse con sus pequeñas antorchas, al montón de palos y leñas reunidos en el centro. En pocos minutos, la fogata empieza a consumirse y entonces hay que dar un paso atrás, porque el calor del fuego es tan fuerte que quema hasta los sentidos. ‘Aquí sabe venir más gente, pero esta vez se acobardaron por el frío y porque cuesta conseguir nafta para llegar hasta acá‘, arriesga una señora que lleva en ambas manos estampitas del Santo Patrono.
‘¡Jesucristo y el cáncer se fueron a Roma, el cáncer se quedó y Jesucristo torna!‘, dice a voz en cuello Paredes, repitiéndolo -de nuevo- 7 veces. Y mientras las llamas suben a lo más alto, invita a la gente ‘a pedir tres deseos, porque todo lo que se pide esta noche, se consigue‘.
Después, cuando las llamas van perdiendo fuerza y las brasas, rojas y ardientes, quedan a la vista, empiezan a reunirse los primeros 7 que pasarán sobre ellas. En el primer grupo hay dos mujeres, pero en el resto son todos hombres. Después de correr 3 veces alrededor de las brasas, cruzan muy rápido, ante el aplauso de los presentes, que no pueden evitar la curiosidad de mirar los pies de los que cruzaron, tratando de adivinar alguna marca o quemadura.
Entre paso y paso, Paredes hace sus exorcismos. Las oraciones se extienden por más de una hora y luego todos vuelven a sus casas, algunos con la certeza de haber alcanzado su propia sanación, a través del ‘fuego de Dios‘ que se enciende allí cada año.
