La asamblea de la Agencia de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Cultura y la Educación (Unesco), celebrada en China, concluyó con revelaciones sorprendentes de la experiencia iberoamericana que demuestra que la cultura es una fuente de desarrollo, incluyendo un ejemplo argentino.

La "’Declaración de Hangzhou”, ciudad anfitriona, insta que la ONU incluya esa forma entre los Objetivos para el Milenio de su agenda post 2015, a fin de garantizar derechos culturales para todos con desarrollo social sostenible. Desde perspectivas diferentes, iberoamérica aportó ejemplos de programas de trabajo, caso de la ciudad española de Bilbao, al crear el Museo Guggenheim, dando un vuelco a la identidad y a la economía. La vida cambió con 6630 nuevos puestos de trabajo en sectores culturales o creativos y, con más de un millón de visitantes al año, ingresan 49 millones de euros sólo en impuestos.

En Medellín (Colombia) su política cultural redujo la violencia entre un 70 y un 80%, desde las 384 muertes violentas anuales por cada 100.000 habitantes, consecuencia de los cárteles de la droga, a entre 15 y 30% hoy. Con políticas de desarrollo social se combatió la violencia en el fútbol, por ejemplo, con la canalización de la agresividad mediante programas de radio donde participa la comunidad, o se logró integrar a jóvenes antes enfrentados, con su participación en festivales musicales.

Algo similar se hace en Argentina, según el director del Programa de Orquestas y Coros del Bicentenario, en el que se ha involucrado desde 2007 a más de 40.000 jóvenes de todo el país en más de 100 orquestas y 80 coros, permitiendo su integración y hasta la vuelta a las escuelas.