Sebastián Gómez (34 años, remisero) tiene sus razones para estar molesto: el sábado 22 de mayo salió a comer un lomo con su señora y su hijo de 13 años, y al volver se topó con que unos delincuentes entraron a su casa y le habían robado un TV, un DVD, una notebook, anillos y pulseras de oro, relojes, una filmadora, dos play station, zapatillas, ropa. Esa vez hizo la denuncia -dijo- y días después acercó al jefe de la seccional 5ta. de Santa Lucía, subcomisario Antonio Montaña, los nombres de los dos sospechosos que ofrecían por la calle sus cosas a precios irrisorios, pero nunca tuvo respuesta. Es más, hasta el día de la fecha están sobre el marco de una pequeña ventana del lavadero por donde entraron, las marcas de las manos y las huellas digitales del ladrón que entró, aún sin ser analizadas. Ese trago amargo parecía digerirlo de a poco hasta el lunes en la noche, cuando sintió la alarma de su auto, salió a ver y comprobó que le habían roto una ventanilla para robarle un equipo de radio. Indignado, partió a la comisaría que está casi a dos cuadras por la misma calle de su casa, la Ramón Franco, y pidió hablar con Montaña. Pero de ese encuentro, según Gómez y fuentes policiales, no surgió la recepción de la nueva denuncia sino el arresto del remisero. ¿Por qué? supuestos disturbios e insultos de Gómez contra el jefe policial, en un alterado cruce de palabras con Montaña, que dio la orden de arrestarlo.
"Reconozco que fui exaltado y le dije esto es tierra de nadie, pero no imaginaba terminar así. Fue indignante, humillante, hasta tuve que pedir que no me pusieran las esposas cuando me llevaran a revisar con el médico (legista, en la Central de Policía). Parece un chiste, pero fue real: yo terminé durmiendo en un calabozo y el delincuente por ahí, libre. Es más, si mi viejo no me lleva una frazada no sé cómo hubiera pasado todo ese tiempo entre las 9.07 (del lunes) y las 9.50 de hoy (por ayer), porque no me habían dado nada para cubrirme del frío", dijo ayer Gómez, molesto.
Recién ayer el remisero llegó hasta la Central de Policía y denunció como había sido el episodio del robo en su auto, el mismo que compró y puso a trabajar como remis (lo maneja alternando con otro chofer) con los ahorros de su trabajo en España, de donde volvió en octubre de 2007.
Según Gómez, en Robos y Hurtos relató el episodio del robo porque en la seccional 5ta., a pesar de todo, no le tomaron la denuncia. Y ayer anticipó que no se quedará con los brazos cruzados por lo que consideró una detención injusta: según explicó, hoy hará otra denuncia en una fiscalía penal sobre su arresto en la seccional.
En la policía, por lo bajo, admiten que el altercado con Gómez pudo tener otra salida distinta a la detención a pesar de su indignación. Y aseguran que se investigará la actuación de Montaña siempre que haya una denuncia formal de Gómez, y que del análisis de la prueba surjan indicios o evidencias de que se sobrepasó en el cumplimiento de su deber. Si no es así, el caso nunca avanzará en la justicia penal ni llegará a Asuntos Internos, el organismo de la policía que investiga posibles irregularidades en la conducta de su personal.
Por lo demás, el caso seguirá su curso normal: Gómez deberá presentarse ante un juez de Faltas a dar su descargo y esperar un fallo, que puede acarrearle dos destinos: la absolución o la condena, con el pago de una multa o días de arresto.
Mientras Gómez rema contra un hecho que considera "totalmente injusto", el sujeto que le robó sigue en el anonimato y la impunidad. Y, claro, libre.
