En la cumbre celebrada en Fortaleza, Brasil, los líderes de las mayores potencias emergentes del mundo anunciaron la creación de un banco de desarrollo y un fondo de reservas con u$s 100.000 millones de capital cada uno, que serán alternativas al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS tendrá su sede en Shanghai. El presidente chino Xi Jinping y sus colegas dijeron que no pretenden reemplazar al Banco Mundial ni al FMI pero dejó claro que la idea será "mejorar el sistema de gobierno del mundo” y "ampliar” la representación de los países emergentes en las decisiones internacionales más importantes.
Tienen razón: pese a la necesidad de ampliar los derechos de voto de los países emergentes en el Banco Mundial y el FMI, esas instituciones no han cambiado mucho desde que fueron creadas en Bretton Woods en 1944. Pero el mundo ha cambiado, y Estados Unidos y Europa mantienen una mayor representación de lo que representan en la economía mundial.
Brasil e India, por ejemplo, necesitan mejorar su infraestructura, un área en la que China tiene gran experiencia. Alegan que el Banco Mundial está limitado por sus reglas ambientales para otorgar préstamos para infraestructura. El nuevo banco de los BRICS tendrá más flexibilidad, sin por ello destruir el medioambiente, dicen.
La gran incógnita es si esto se materializará en un momento en que sus economías están en baja. China crecerá este año un 7,5%, mientras India ha desacelerado su crecimiento al 5,4% anual, y se calcula que Rusia y Brasil crecerán apenas un 1% este año, todos a tasas mucho menores que en la década pasada.
Además, no será fácil resolver las diferencias internas, pese a los cálidos abrazos en Fortaleza. China y Brasil tienen una seria disputa comercial: uno se queja del creciente proteccionismo de Brasil y los brasileños critican que el país asiático compra solamente materias primas y los invade con productos manufacturados.
Los diplomáticos admiten en privado de que no será fácil lograr que estos nuevos bancos sean manejados equitativamente ya que China tiene una economía más grande que la de todos los otros países juntos, y los chinos tienen la costumbre de poner dinero donde tengan la sartén por el mango.
La historia de esfuerzos similares no ha sido muy esperanzadora. En 2009, Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay anunciaron con bombos y platillos la creación del llamado Banco del Sur, con un capital inicial de u$s 20.000 millones para reemplazar al Banco Mundial y al FMI, pero nunca se materializó.
