-PRIMERA NOTA-

A principio del siglo pasado había comenzado tanto en nuestro propio país como en Europa un notable entusiasmo por un ritmo bailable nuevo llamado "tango argentino”. El propio Gardel, que hasta esos momentos interpretaba un repertorio donde predominaban ampliamente los ritmos camperos, decidió volcarse hacia la música ciudadana que venía abriéndose paso con notable éxito desde el por entonces "bajo fondo” porteño. Al respecto, sus primeros tangos registrados fueron "Mi noche triste” (1917), "Flor de fango” (1918) y "De vuelta al bulín” (1919) de un total de 58 grabaciones en las que predominaban gatos, cuecas, cifras, valses, tonadas, bambucos y vidalitas.

Fue notorio el entusiasmo en España y Francia por el nuevo ritmo musical que comenzaba a popularizarse entre la alta sociedad, todo lo cual contribuyó para que gran número de artistas argentinos viajaran para actuar en Barcelona, Madrid y París, logrando casi siempre un llamativo éxito. Esta circunstancia determinó que también nuestro "Zorzal” se decidiera a probar suerte en el "Viejo Continente’.

Por ese entonces el dúo Gardel-Razzano estaba en la cúspide de su popularidad y era considerado lo máximo en cuanto a intérpretes de la música popular rioplatense. Era casi obligado aprovechar el auge musical y probar suerte en Europa. Hacia allá partieron en noviembre de 1923 en el buque alemán "A. Delfino” integrando la Compañía Teatral de Enrique de Rosas.

El 10 de diciembre Gardel-Razzano debutaron en la capital española, en el Teatro Apolo. Carlos interpretó varios tangos como solista, entre ellos "Mano a mano”, logrando una importante aceptación tanto del público como de la prensa pese a que la Compañía Teatral no gustó del todo. Una costumbre digna de destacarse fue la distribución entre el público de hojas con las letras de los tangos y la "traducción” al castellano de los términos de nuestro lunfardo.

La temporada culminó el 7 de enero. Gardel y Razzano se desvincularon del grupo y viajaron a Francia a visitar a los familiares del "Zorzal”. En la ocasión Gardel abraza a su madre y es presentado a su tío Jean, el mismo que años después fallece de un infarto al llegar la noticia de la tragedia de Medellín.

Después de cuatro días en su ciudad natal viaja rumbo a la capital francesa, para conocer el epicentro cultural y artístico donde "le tangó aryanten” se estaba constituyendo en una atracción popular.

En octubre de 1925 Carlos Gardel realizó un segundo viaje a España, en esta ocasión ya como solista y con un repertorio donde predominaba ampliamente el tango. Lo acompañaba el guitarrista José Ricardo, el "Negro”, y viajaron en el tristemente famoso "Principessa Mafalda” otra vez junto a la compañía teatral de Enrique de Rosas. Por ese entonces el tango argentino ya estaba haciendo furor en Europa, con una verdadera fiebre que había hecho eclosión en París y demás capitales. Hasta se dio el caso de ser varias las piezas musicales con ritmo de tango que fueron compuestas por autores españoles, algunas de ellas muy conocidas por todos los amantes del género, como "Fumando espero” del catalán Viladomat, "Dolor” (muy poco conocido pero con una letra de notable profundidad) del madrileño Diez Cepeda, los aún hoy popularísimos "Buenos Aires”, "Nubes de humo” y "Patotero sentimental” del barcelonés Manuel Jovés. No es de extrañar entonces que un intérprete de la calidad del "Zorzal” triunfara en forma casi espectacular en un ambiente de alto nivel cultural y económico como el que siempre caracterizara a Barcelona.

Algo más de un año después, Carlos Gardel realizó un tercer viaje a España, en esta ocasión acompañado por sus guitarristas José Ricardo y Guillermo D. Barbieri, embarcando en el "Conte Verde” en octubre de 1927. De entrada no más el éxito logrado en Barcelona fue tan llamativo que ocupó las primeras planas de diarios y revistas a partir del debut teatral el 13 de noviembre, luego de una breve actuación radial el día anterior. Un par de semanas después Gardel viajó a la capital española para actuar una temporada que abarcó casi todo diciembre. En Madrid se encontró con Francisco Canaro, además de músico un activo empresario que había logrado un resonante éxito promocionando al trío "Irusta-Fugazot-Demare”, quienes además de buenos intérpretes cumplían fielmente con una de las más importantes exigencias europeas: presentarse siempre vestidos de gauchos. En esta oportunidad el trío le pidió a Gardel que les grabara sus tangos "Reproche” y "Dandy”, esta última una pieza que hasta hoy se mantuvo en el repertorio de las mejores orquestas.

El cuarto y último viaje de Carlitos a España tuvo lugar en abril de 1929, con la diferencia esta vez de que su traslado se realizó desde París, donde estaba actuando, por tren a Madrid. Lo acompañaban en la oportunidad los guitarristas Barbieri, Ricardo y Aguilar, con quienes debutó el 16 de mayo y al quinto día de actuación ocurrió un hecho que llenó de preocupación a todos: el Zorzal se quedó afónico, dando lugar a un gran susto. Por suerte el problema duró poco y a las dos semanas pudieron reanudar las actuaciones.