El Teatro "Cervantes”, que se levantaba sobre la actual avenida Central junto a la Catedral, fue el magno escenario que, a sala llena, recibió a Carlos Gardel el 3 de julio 1933. Ese mismo día moría en Buenos Aires el ex presidente Hipólito Irigoyen, mientras gobernaba San Juan Federico Cantoni que había sido elegido un año antes. Se alojó en el City Hotel, frente a la Catedral por calle Rivadavia, en una habitación que todavía existe, pues ese edificio, como casi toda la esquina de Mendoza y Rivadavia (ex The Sportman) no sufrió el terremoto de 1944. "El Zorzal” venido de Toulouse, pero más porteño que el Obelisco, viajó desde Mendoza a bordo del tren "El Cuyano”. Poco antes había dedicado tres meses a crear nuevas letras, junto a sus guitarristas, Barbieri, Aguilar, Riverol, y Pettorosi, preparándose para volver a Europa tras esta gira por el interior del país.

Entre nosotros, tuvo a su disposición un chofer de apellido Luna, lo que le permitió conocer los alrededores de la antigua Ciudad de San Juan, ingresando a las entonces confiterías "El Águila” (sobre calle Rivadavia frente a la plaza) y "La Castellana” (al lado del ex Cine Renacimiento) y visitando los alrededores.

Aquella noche, la sala del Cervantes estaba a media luz, con el escenario muy iluminado. La espera continuaba mientras sorpresivamente aparecieron los guitarristas Riverol, Barbieri y Aguilar, que hicieron las últimas pruebas. Cuando las cuerdas callaron el ensayo, apareció el personaje y la sala estremeció. Comenzó el desfile de milongas, aires camperos y tangos populares. Según el recordado poeta y escritor Juan Conte Grand en el escenario sanjuanino "Gardel vestía traje oscuro, pañuelo blanco al cuello y "funyi” requintado’. Había entradas de dos tipos, las de 0.50 y de 1 peso. "El día que me quieras”, "Cuesta abajo”, "Melodía de arrabal” y "Tomo y obligo” fueron los tangos más ovacionados.

Precisamente, en el programa, con lo mejor del repertorio canyengue de aquellos días, figuraban cinco tangos, pero cantó el triple, sin rodeos y sin ruegos. Y el propio Gardel anunció que estrenaba esa noche la "Uruguayita Lucía” que dedicó a todos los sanjuaninos presentes. Al final, hubo forcejeos, pedidos de autógrafos y todas las manos querían llegar a él. Ya fuera del teatro, sobre calle Mendoza, firmó autógrafos y sobre la Plaza 25 de Mayo, sector oeste, se detuvo a cantar a capela algunos fragmentos de su tangos más populares para la gente que no había podido entrar.

Una noche inolvidable:

Poco después, con sus guitarristas y propietarios del teatro, se dirigieron hasta el restaurante "La Morisca” (frente al actual edificio de DIARIO DE CUYO) donde lo recibió una nube de humo de asado que, según las crónicas de la época, "no empañó su mirada cautivante”. En la mesa cenó con varios sanjuaninos, como los hermanos Diógenes y Tomás Sancasani, Raúl Oro, Carlos de Oro, los hermanos Frías, Gallé, Marcial Porto, Manuel Coronado, por entonces intendente de Pocito, y Antonio Moratal Ibáñez. Este último, fallecido hace pocos años, fue quien contó a quien esto escribe la mayoría de los detalles de la visita para el programa televisivo "La Ventana” del 26 de junio de 1996, cuando entonces era el último sobreviviente de aquella visita inolvidable de Gardel. El menú que se sirvió en la mesa de Carlitos, fue asado y varias ensaladas. Además, había distintos tipos de vinos sanjuaninos que Gardel saboreó y tomó muy gustoso. Luego vinieron los postres "y los que habíamos logrado estar en la mesa nos acercamos a Gardel para conocerlo más de cerca e intimar de alguna manera. Tenía una cordialidad y una sencillez extraordinaria, la verdad que no esperábamos que fuera así. Nos contó de sus discos, de sus giras por la Argentina y el exterior y de lo que pensaba hacer más adelante, pobre, le quedaban dos años de vida… Estuvimos así hasta las tres de la madrugada en una noche muy fría, que se sentía algo adentro, y por eso Gardel no se privó de tomar varios cafés, varias copas de ajenco y nos sorprendió a todos fumando varios cigarrillos”. En "La Morisca” habían también una especie de sala de juegos, y Gardel se levantó de su mesa para visitar varias mesas donde se jugaba fuerte, recordaba don Antonio Moratal.

Entre amigos:

Una carta firmada por la señora Juana R. Lirio de González y publicada en DIARIO DE CUYO, el 24 de junio de 1976, relata desde una óptica familiar otra cara de la célebre visita a San Juan. Comenta que Gardel salió del hotel y tras pasar la actual esquina de Mendoza y Rivadavia, cruzó la plaza 25 de Mayo junto a sus guitarristas y anfitriones sanjuaninos para dirigirse a la Casa de Gobierno (que se ubicaba donde hoy abre sus puertas el café "Freud”). En medio de la plaza se encontró con el cantante sanjuanino Pedrito Torres a quien "bondadosamente alentó para que siguiera cultivando su arte”. Al llegar a destino "fue recibido por el subjefe de investigaciones del gobierno local y amigo personal de Gardel, Carlos Ochoa, que era muy gardeliano y lo llevó al despacho del gobernador Federico Cantoni”. Otros testimonios de entonces señalan que el encuentro con el líder político fue cálido pero breve, y luego de ello, Ochoa invitó a Gardel a almorzar a su casa.

Volviendo al relato de la señora de González, ella precisaba que "cuando Gardel llegó a la casa antigua y solariega del mencionado funcionario, ubicada en General Paz entre Catamarca y Alem, lindante por el fondo con el diario "La Reforma” (vocero de la entonces Unión Cívica Radical Bloquista), la dueña de casa, madre del anfitrión, estaba sacando las empanadas del horno y Gardel le confesó que le hacía recordar a su madre. Las saboreó con generoso vino sanjuanino que "El Zorzal” elogió. Mientras seguían sirviéndole copas a él y sus guitarristas, uno de ellos, tirándole el ala del saco le dijo en voz baja: "Patroncito no tome más”. Sobre el final de la carta se asegura que Gardel había tenido para esa misma hora una invitación del Club Social, "pero mostrando una vez más su nobleza, prefirió compartir con sus amigos de esta antigua y tradicional familia sanjuanina”.

Sus audiciones, como se denominaba antes a las presentaciones y así figuraban en el diario Tribuna, comenzaron a las 21,30 y eran parte del programa cinematográfico cotidiano. Se lo anunciaba a Gardel con una gran foto en la sección Espectáculo. Era la clásica fotografía de Carlitos con el funyi ladeado y la sonrisa bien expresiva. Si bien es muy discutido el tiempo que pasó el artista en San Juan, el Dr. Simón Peña Figueroa (distinguido médico y escritor pocitano), asegura que Gardel se quedó hasta el jueves 5 de julio cuando cantó por última vez aquí. El mismo escritor dice también (esta vez en la en la revista "Made in San Juan” de Pepe de la Colina), que al final desde San Juan Gardel se volvió a Mendoza y de ahí paso a Chile, siempre en tren.

El adiós:

Gardel abandonó feliz, la provincia de San Juan. Por eso, hoy se podría decir, como en unos versos de Rufino Martínez: "Que lindo sería tenerte/y que tu voz/portadora de calandrias y de auroras/se uniera a nuestro coro, otra vez”. O confesarle, en palabras de otro poeta local, Lionel Castro Costa: "No alcancé a conocerte. No te vi. / Pero algún amigo viejo que desanda de las nebulosas, (las inevitables soledades) / se arroga e l privilegio de haberte visto por mi. / Más te oí desde el espacio y el tiempo saludando /con tu voz alumbradora de pupilas / y vi como acompasabas la nostalgia de este pueblo / con tus huellas videntes llenas de íntimos acordes / y guitarras hechas a la medida de tu benigno idioma/ (…)”.