Claudio Javier Gil (43) quedó ayer al borde de recibir una segunda condena por matar a un hombre a cuchillazos. En 1999, en La Rioja, había recibido 12 años de cárcel por asesinar a un homosexual y quemarlo con auto y todo. Y ayer el fiscal Gustavo Manini pidió que le apliquen el máximo castigo por quitarle la vida de 8 cuchillazos al chef Carlos Echegaray (47) en la casa de la víctima en Capital, entre 6 y 7 de enero de 2014.
El fiscal consideró que en el homicidio hubo dos agravantes: el de la alevosía, porque buscaron dejar indefensa a la víctima atándole las manos hacia atrás con un cable. E incluso en este punto no descartó la teoría de que quizá lograron que la víctima accediera a dejarse atar en medio de una supuesta práctica sadomasoquista.
También aseguró que el crimen fue agravado, porque a través de ese resultado letal se buscó la impunidad en otro delito, el robo de algunas cosas del chef, como anillos, una pulsera, un bolso perfumes y hasta el cuchillo con el que lo mataron.
La fiscalía insistió ante los jueces de la Sala I de la Cámara Penal, Raúl José Iglesias, Silvia Peña Sansó de Ruiz y Juan Carlos Caballero Vidal (h), que Gil mató en complicidad con otro sujeto y ayer les pidió que ordenen continuar con la investigación sobre ese cómplice. En realidad, ese sujeto fue para un juez de primera instancia Fernando Illanes, quien estuvo preso hasta que un tribunal consideró ilegal su detención y ordenó liberarlo. Luego, Illanes volvió a ser apresado por matar a un policía.
Las intervenciones telefónicas, testigos, el secuestro de algunas cosas robadas al chef en poder de Gil y hasta una prueba genética en la que no se excluye el ADN del acusado en la funda de un cuchillo de la víctima, son para el fiscal pruebas que demuestran que fue el autor del homicidio.
Diametralmente opuesta fue la posición del defensor oficial Carlos Reiloba, a quien Gil optó por no cambiar. Reiloba cuestionó el alegato fiscal y pidió absolverlo porque consideró que no hay certeza para condenar. El viernes 1 de abril, el fallo.