"Desearía más énfasis" para abordar el tema de la inflación. Así, en el programa Insolentes (Radio Sarmiento), el ministro de Hacienda local, Aldo Molina, se mostró sutilmente crítico frente a la política kirchnerista para bajar la escalada de precios. El funcionario giojista asemejó la inflación a un cáncer y dijo que en Argentina debería haber un sinceramiento de las tarifas y un replanteo de los subsidios para que lleguen a los que más lo merecen.

El titular de la cartera de Hacienda es uno de los hombres con más perfil técnico de la gestión giojista y ayer, aunque se mostró cauto, evidenció que tiene diferencias con la receta nacional para combatir la inflación. Mientras la administración K se encarga, cada vez menos, de minimizar los efectos del fenómeno, el sanjuanino opinó que "la inflación es preocupante" y que "perjudica a la población".

Según Molina, "la inflación es a la economía lo que un cáncer al cuerpo humano, si lo aborda a tiempo puede controlarlo y derrotarlo y si deja que avance se torna en un tema complejo". Y opinó que el problema "creo que se está abordando", pero de inmediato habló de "abordarlo más enfáticamente, desearía más énfasis".

El índice de inflación en Argentina se ha convertido en uno de los temas de mayor polémica en los últimos años, sobre todo a partir de la decisión oficial de intervenir el INDEC. Entre acusaciones cruzadas de kirchneristas y opositores, el organismo nacional lleva medido un índice acumulado del 5,9 por ciento en el primer semestre de este año y desde la consultoras privadas afirman que esa cifra no tiene nada que ver con la realidad y que el número real oscila entre el 11 y el 12 por ciento.

Sin dar nombres, Molina se declaró en contra "de los que dicen que están de acuerdo con la inflación porque es un lubricante para la economía". "En un enfoque racional, uno debiera plantearse el no querer volver a reeditar épocas pasadas donde el tema tomó una virulencia que socavó las bases de la economía argentina y hasta de la convivencia social", señaló en LV5.

En la coyuntura, el ministro planteó la necesidad de abordar el tema de las tarifas y los subsidios. En una suerte de pedido de sinceramiento, como ejemplo, se incluyó en los sectores que no merecen tener subsidios en los servicios de energía eléctrica y gas porque pueden pagar. Más bien, dijo, hay que redireccionarlos a los que consumen más caro el gas envasado. Si no, opinó "va a ocurrir que la gente no va a poder pagar el gas en garrafa y los que tenemos gas por la red vamos a pagar precios irrisorios".

Claro que, cualquier cambio en el esquema de subsidios, conlleva el temido costo político. Molina no lo desconoció. Aseguró que uno acostumbra a la población a este tema y cuando genera un incremento de tarifa, obviamente hay clamor popular. "Hubo el establecimiento de un régimen de subsidios del cual es muy difícil salir políticamente", sostuvo.

Además, Molina reconoció que "hay dificultades en el financiamiento de obras" en referencia a problemas con la llegada de fondos nacionales. Pero aseguró que la gestión de Cristina Kirchner está haciendo esfuerzos y que los atrasos hay que atribuirlos a la crisis internacional que hubo en 2009 y a los reajustes de precios -inflación- de obras. Esto último, porque "las previsiones de presupuesto alcanzan para un porcentaje menor de obra".