Pasó otra Vuelta más y van… treinta. Sí se cumplieron tres décadas de la Vuelta a San Juan y la carrera involucionó con respecto a muchas ediciones anteriores. Nada tiene que ver con esto que en Departamentos alejados no haya capacidad hotelera adecuada. Influyó, es cierto la cercanía y concordancia de otras carreras como el Tour de San Luis que comenzó ayer y la Vuelta de Chile cuyas dos últimas etapas coincidieron con la primera y segunda de esta carrera. Pero, que esas competencias le hayan sustraído un par de figuras, no alcanza para tomarlo como un atenuante.
La Vuelta a San Juan, que no pasa por puntos característicos de la geografía ciclista sanjuanina, como son la Esquina Colorada, el Paredón del Dique y otros más por aquello de que "son municipios que no aportan dinero para pagar los premios" se ha desteñido bastante. Lo lamentable es la actitud conformista de sus organizadores, quienes año tras año, antes de la carrera nunca saben cuántas etapas tendrá y siempre se ponen en el papel de víctimas. "Si el Gobierno no nos da una mano no la podemos hacer".
Bien, este año se recibió el apoyo oficial. Tarde, tal vez, porque no se movieron con el tiempo necesario y dejaron trámites para último momento. Y con apoyo y todo, la única etapa que organizó el Pedal Club Olimpia, la contrarreloj, fue un desastre.
Después vienen los lamentos, "que en San Luis el Gobierno pone tanta plata, que esto y que lo otro". Posiblemente en San Luis, la dirigencia sea más ejecutiva y a la hora de montar una crono decidirán romper un candado y no poner la excusa que la rampa de lanzamiento no se uso porque se había perdido la llave y el implemento siguió durmiendo su siesta eterna dentro de una pieza. Seguramente en San Luis, su carrera no empezará a correrse un par de meses antes, sino unos 300 días antes.
En el Olimpia sobran las buenas intenciones y abundan las voluntades, pero da la sensación que Juan Ernesto Pacheco demasiado solo a la hora de ir a golpear puertas y "vender" la carrera.
Es triste que esta Vuelta a San Juan, otrora la mejor carrera de la Argentina, quede sumida nada más que al mote de la más popular, porque es la que más gente sale a la calle a verla.
Es lamentable que la trigésima edición de la Vuelta no haya tenido el nivel que su ganador merecía. Juan Pablo Dotti la ganó de manera magistral, manejando tiempo y espacios. Fue el mejor lejos. Es verdad que tuvo un equipo fuerte y numeroso, pero al "César lo que es del César". Realizó una crono impecable y un ascenso espectacular. No soltó nunca los piolines controlando los movimientos de esa marioneta que se llama Vuelta y se quedó con la merecida victoria, que podría haber sido la tercera en esta competencia que apasiona a los sanjuaninos, pero que por esas cosas que tienen las carreras es la segunda.
Pasó otra Vuelta más y van… treinta. De esta se recordará la gran labor de su ganador a la que nada la empaña. Ni siquiera que la carrera se haya convertido en una competencia más de entrecasa.
