A pocos metros donde quedó el micro de la muerte, una gruta recuerda a Luis Palma, uno de sus choferes.

Sobre la ruta, a unos 100 metros del barranco donde pasó de largo el ómnibus, se eleva otra gruta en homenaje a tres de los obreros y pasajeros: Segundo Alejandro Cortez, Pascual Bazán y Miguel Alvarez. Los cuatro fueron las víctimas mortales de un accidente que conmocionó a la provincia la noche del 14 de octubre pasado, cuando un colectivo que transportaba humildes obreros se desbarrancó en la Quebrada de Las Burras y dejó, además de los fallecidos, casi 30 heridos que aún se recuperan.

Pero además, porque el accidente tuvo un increíble matiz providencial pues los primeros en dar auxilio fueron estudiantes de medicina, que evitaron que la tragedia se cobrara más víctimas.

Mañana se cumple un mes del tremendo accidente y los sobrevivientes y deudos homenajearon a sus muertos con unas pequeñas capillitas construidas en el lugar, para mantener vivo el recuerdo.

Luis Miguel Palma tenía dos trabajos como chofer. Uno para el municipio de Chimbas, llevando una cuadrilla de electricistas. Y el otro para ‘Transportes Gallardo’. Estaba casado y vivía con su familia en el barrio Andacollo VI, Chimbas. En el cerro al costado de donde estuvo el micro accidentado se erige una gruta con una cruz, con la foto de ese hombre robusto y cara de bonachón, que dejó a sus pequeños hijos de 6 y 8 años.

Ya sobre la ruta y con una base que simula un gavión (estructura de malla metálica con piedras en su interior, que se usa en defensas del río), los sobrevivientes de la tragedia y familiares de Cortez y Bazán y amigos de Alvarez, empezaron a construir otra gruta hace unos días, pero no la pudieron terminar por el shock emocional. ‘Toda la vida trabajamos levantando gaviones y por eso hicimos uno en la base de la gruta, como homenaje.

Pondremos las fotos de mi papá (Cortez), de mi hermanastro (Bazán) y de Alvarez. Y le pediremos a los Palma si quieren que coloquemos también una del chofer’, contó Marcelo Cortez.

‘No pudimos terminar la gruta porque allá nos dimos cuenta de que todavía todo está muy fresco para nosotros. Para colmo fuimos donde estaba el micro, nos subimos, vimos las cosas que todavía quedan adentro, como ropa, ojotas y zapatillas’, agregó Alejandro Cortez.

De los heridos, los dos que más grave estuvieron y permanecían internados ya fueron dados de alta: Rubén Castillo y Hugo Cortez.

Sin embargo, por las diversas heridas y fracturas les queda aún un largo proceso de recuperación. ‘Me acuerdo que me pegaba con todos los fierros del micro. A lo mejor el golpe en la cara fue con el asiento, pero los otros no sé’, contó Hugo, quien fue operado por la fractura del fémur de su pierna derecha y arrastra un severo traumatismo que le paralizó la mitad de su rostro.

Sobre cómo ha transcurrido el último mes, los accidentados coincidieron en que les cuesta mucho dormir por las noches y que durante las pocas horas de sueño suelen tener pesadillas. ‘Lo hemos conversado y da la coincidencia que algunos todavía tenemos en sueños la sensación del micro cuando saltó al vacío y después empezó a caer, como si fuera una montaña rusa’, relató Marcelo.

‘Parece que todo hubiera pasado ayer. Es como que el tiempo no avanzó. Nuestros días pasan entre la ART, los médicos y la psicóloga’, apuntó Javier Cortez. Además contaron que tratan de no ver mucha televisión y que si lo hacen, evitan ver películas que involucre escenas de accidentes.

Un grupo de los sobrevivientes dijo en tanto que espera cobrar unas quincenas adeudadas, a la vez que de a poco notan algunos elementos personales que se perdieron en medio del caos del rescate. ‘Hugo, por ejemplo, se quedó sin zapatillas. Antes no le hicieron falta porque estaba internado, pero ahora sí porque que va a tener que ir a rehabilitación y a la psicóloga. Zapatillas, ropa, camperas, billeteras y celulares se perdieron para siempre porque nadie sabe qué pasó con eso. Pero la verdad que eso es lo de menos, lo importante es que hoy estamos vivos’, cerró Alejandro.