En 1910, San Juan era un inmenso baldío salpicado de pequeños paños de tierras cultivadas. Había cinco centros poblados. La provincia tenía poco más de 110.000 habitantes de los cuales más de 7.000 eran extranjeros. Había trenes tres veces por semana y el concepto de Gran San Juan era totalmente desconocido. El casco de la ciudad estaba enmarcado por cuatro avenidas anchas. El Centenario de la Patria no encontró a la provincia en su mejor momento. No había un programa serio de obras públicas. Según Horacio Videla, sólo había euforia volcada en un conjunto de leyes y decretos sin cumplir. Hubo muchas iniciativas improvisadas. Entre las propuestas que no se cumplieron está la construcción de un coliseo para invierno y otro para verano, un palacio de Tribunales y una nueva plaza a la que iba a llamarse Domingo Faustino Sarmiento.
