Fue de las más mimadas del I Congreso Internacional y IV Congreso Nacional Sobre Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, que se cerró ayer con la presencia del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Se trata de Yolanda Ortiz (88), quien tuvo un trato preferencial acorde con su trayectoria. Ella fue la primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente de la Nación, entre 1973 y 1975. Fue un cargo pionero no sólo en el país, sino en Latinoamérica y para eso tuvo que enfrentar varios desafíos. Si bien su función duró dos años, Yolanda siguió vinculada al medio ambiente, ocupó otros cargos y actualmente es asesora de la Secretaría de Ambiente de la Nación y del Comité Federal de Medio Ambiente.

-¿Qué análisis hace del trabajo ambiental que lleva a cabo San Juan?

-Me impresiona la forma en que San Juan obtiene logros. Me parece que es una provincia técnicamente preparada para hacer frente a todos los desafíos. Y creo que no hay cosas que tenga que mejorar porque lo que viene haciendo y proyecta es muy interesante. Quizás la clave sea mantener las acciones a lo largo del tiempo.

-¿En 1973, qué pretendía Perón con la creación de la Secretaría de Ambiente?

-El objetivo de Perón, un adelantado en cuestiones ambientales para su época, era conciliar la ecología con la economía, es decir, cuidar los recursos naturales y permitir a su vez el crecimiento basado en bienes y servicios generados por esos recursos. Mi Secretaría fue el primer organismo integrado entre recursos naturales y lo humano y apareció por primera vez el concepto de que el crecimiento de la economía no podía ser ilimitado en cuanto al uso de recursos. Hasta entonces, se creía que en función del avance se podía explotar recursos sin límites o que se podían eliminar bosques.

-¿Qué anécdota recuerda de Perón con usted al frente de la Secretaría?

-Un día me mandó a llamar y me preguntó qué política iba a seguir con la cartera que me encomendaba dirigir. Y yo me quedé ahí pensando qué le iba a decir porque era muy difícil intuir qué podía pensar o qué pretendía escuchar. Y entre los nervios sólo se me ocurrió decirle que iba a tratar de generar conciencia ecológica, que iba a dejar la vida para evitar incendios forestales u otras catástrofes ambientales. No sé si fue lo mejor que podía responderle, pero creo que entendió lo que quería decirle. Ahí me pidió que no le podía dar habilitación a ninguna fábrica sin que antes no mostrara qué iba a hacer con sus efluentes, por ejemplo.

-¿Por qué cree que usted fue la elegida para ese novedoso cargo?

-Yo venía trabajando muy bien en el área de Ecología de Salud Pública, había estado especializándome en distintos países y antes de viajar a Alemania me convocaron desde la Presidencia. Pero además porque Perón creía que para Ambiente era necesario la práctica educativa y entendía que la mujer tiene una facultad innata, que de paso son buenas administradoras y que tienen una sensibilidad especial, porque en un trabajo no todo pasa por la razón pura.

-¿Qué fue lo más difícil de afrontar en su gestión?

-Hasta 1973, Argentina tenía secretarías que trabajaban muy bien, las de Recursos Renovables, las de Recursos No Renovables, la de Hidráulica. Pero Perón quería que hubiese un ente que las subordinara y que las agrupara bajo una Secretaría de Ambiente, justamente por ese concepto de la ecología-economía. Todos esos hombres que dirigían muy bien sus secretarías pasaron a ser subsecretarios y a depender de una mujer. En 1973 eso era un gran desafío. Hay que imaginarse que en mi cargo y hace 41 años abrirse camino entre hombres no fue sencillo. Tuve que hacer que me respetaran, tratar de imponer líneas de trabajo. La situación golpeó mucho a los varones y de alguna manera tuve que pagar un poco el costo. A la distancia veo que en esa época, hacer semejante cambio político y que de paso involucrara a una mujer era algo que sólo una persona con la osadía de Perón podía hacer.

-¿Qué costos tuvo que asumir?

-Mi tarea, como mujer y como protectora del medio ambiente, quizás eran un poco adelantadas para la época y no fue algo fácil. Cuando Perón murió, yo me quedé sin apoyo. Luego López Rega pretendía que lo ambiental dependiera de Bienestar Social y le dije que yo no aceptaba eso, porque quería seguir con la armonía de la ecología y economía. Al final terminé exiliada varios años en Caracas, Venezuela. Volví recién con el inicio de la democracia.