Resultó como lo suponía la familia: el cuerpo de Daniel Ruarte (desaparecido entre abril y mayo pasados) no podía estar mucho más lejos de donde hallaron dos pistas clave: los dos cogollos de jarilla que usaba para que no se le corriera la montura de su mula, y ese sospechoso pisoteo de su animal como encerrado entre unas lomas. Ambas marcas fueron encontradas por sus parientes hace unos 10 días, cerca del puesto de Ampakama, situado a unos 50 km. al Norte de Bermejo, Caucete, y a unos 70 km. de donde vivía Daniel, el puesto de Agua Brava, en Angaco. Y la suposición se cumplió. Fuentes policiales aseguraron que ayer en la mañana, un grupo de familiares, amigos y policías de la seccional 20ma. de Angaco hallaron muerto a Ruarte en la zona de Las Aguaditas, unos 6 km. al Norte de Ampakama. Según las fuentes, estaba prácticamente en estado cadavérico con la piel pegada a sus huesos pero aún con su vestimenta, precisamente cerca de esas pistas nuevas de lo que, se supone, fueron sus últimos pasos en busca de los ladrones de sus vacas.
Así, los policías parecieron reforzar la teoría de que Ruarte sufrió una muerte violenta. Y que quienes viven en Ampakama, Martín Naveda y sus hijos David y Marcelo (detenidos el viernes) pudieron tener alguna vinculación con ese trágico final supuestamente ligado al robo del ganado de Ruarte (su familia halló sólo 16 de las más de 50 vacas que tenía).
La hipótesis del cuatrerismo cuajó también en otra detención ayer en San Expedito. El fletero Alejandro Díaz, fue arrestado por una comisión de la Brigada dirigida por el comisario inspector Carlos Vallejos. La teoría a confirmar es que Díaz pudo ser contratado por los Naveda para transportar en su vehículo algunos animales de Ruarte desde Ampakama hasta Bermejo, donde la venta de carne a los pobladores y turistas es algo bastante usual.
Ahora es tiempo de verificar si las pruebas sostienen la conjetura de un homicidio. Para eso es clave el análisis del cadáver: ayer, el helicóptero provincial sobrevoló con un grupo de peritos, pero no pudo encontrar el lugar del macabro hallazgo, dijeron fuentes policiales. Por eso hoy harán otro vuelo para dar con el lugar, hacer las pericias y levantar el cuerpo para que lo revise el médico forense.
Para los Ruarte, está más que claro que Daniel fue víctima de un crimen cuando seguía en su mula, el rastro de un caballo y otra mula que robaban sus animales. Esas evidencias son la aparición de su mula sin herraduras (suponen que se las sacaron para confundir sus pisadas con las de animales orejanos). El pisoteo del animal como escondido y los cogollos de jarilla. La desaparición de su montura y todos los aperos. Y ahora, la prueba más contundente, la aparición del cadáver.
