Que es tan pequeño que nadie lo imagina incorporando el lenguaje musical en el pentagrama. Que no sabe nada de música, ni siquiera la escala de Do. Que los instrumentos son caros. Que es complicado tener que pagar una cuota más.
Nada, pero nada de eso es impedimento para que un chico de 6 a 12 e inclusive 14 años o más pueda aprender a tocar un violín, una viola o un violonchelo en San Juan. Es que los responsables de las Orquestas-Escuela, un proyecto musical gratuito en su totalidad que fue replicado de una exitosa experiencia venezolana que promueve la integración social, previene que los chicos estén ociosos en la calle y por supuesto pretende que los concurrentes toquen en grupo desde un primer momento, quieren sumar más integrantes a sus núcleos que ya funcionan en un local de Rawson, el Centro Cultural de Sarmiento y la Sociedad Israelita (en Capital). Ya hay 150 chicos que son parte de esta experiencia. Pero van por un objetivo más pretencioso: quieren duplicar o triplicar ese número para hacer una verdadera ‘revolución del arte”.
‘Sería maravilloso que 1500 chicos de todo San Juan estén incluidos. Ya que hemos comprobado que ser parte de las Orquestas-Escuela no sólo es un contacto con la música sino que es una herramienta de transformación social del chico, sus familias, sus entornos, sus lugares de pertenencia inclusive. El sueño es llegar a todos los departamentos, especialmente los más alejados, para que todos los chicos tengan el derecho de disfrutar de la música”, propone Jorge Rodrigo, el promotor de estos espacios.
De hecho, el proyecto de las Orquestas-Escuela desembarcó en la provincia en el 2012 de la mano de este profesor de piano. En ese entonces, Rodrigo, el actual presidente de la Fundación Orquesta-Escuela de la provincia, estaba de paso por las Islas Margaritas y pudo escuchar y conocer en detalle el proyecto creado por el maestro venezolano José Antonio Abreu Anselmi. Vivía y trabajaba en España pero la iniciativa le gustó tanto, le pareció tan generosa la metodología, que quiso convertirlo en realidad en su provincia natal. De hecho, la idea fue el motor que motivó dejar todo en Europa y retornar el regreso a San Juan. Por suerte tuvo respuesta inmediata del gobierno, de dos municipios y de instituciones particulares -como por ejemplo la Fundación del Banco San Juan o la Sociedad Israelita- que se sumaron como ‘socios” fundamentales del proyecto ya que son quienes financian la capacitación de profesores que vienen de Venezuela (por ejemplo durante todo el 2016, cinco 5 profesionales de ese país se instalaron en la provincia gracias al aporte del Ministerio de Turismo y Cultura de la provincia), más los costos de los monitores (profesores sanjuaninos que llevan a cabo la tarea diaria) y el valor de los instrumentos que los chicos reciben a modo de préstamo.
En un principio, respondieron 40 niños a esta propuesta que rompe muchas de las concepciones educativas tradicionales, ya que quienes concurren empiezan a tocar música desde el primer día, sin ser necesario tener conocimiento ni contacto alguno con el mundo de las melodías. Pero además fomenta el trabajo en equipo y el aporte que puede hacer cada músico a la Orquesta, sepa más o menos, sea más o menos talentoso. Y como si fuera poco, pone el acento en el trabajo diario con el instrumento: las clases grupales son cuatro veces por semanas, de 2 a 4 horas, lo que implica una conducta y un gran compromiso de toda la familia. Esos son los secretos del éxito, según considera Rodrigo.
A esta altura de las circunstancias multiplicaron casi cuatro veces ese número de participantes. Pero no es suficiente para su objetivo primordial. Buscan sumar a más personas para cumplir acabadamente con sus anhelo. Por ejemplo, hace dos semanas se sumaron a los conciertos de la Camerata San Juan, todo un desafío para ellos. ‘Dicen que somos como el semillero de esta gran agrupación que es la Camerata. Y los chicos se llenan de orgullo porque se imaginan tocando cada vez más con ellos”, asegura entusiasmado.
