-¿Arquero por elección o casualidad?
-Arranqué de defensor (sonríe). Comencé en el fútbol en la Escuelita de Trinidad, junto con mi hermano mellizo Emiliano, y ahí ocupaba esa posición en la cancha. Después, hubo una vez donde el arquero habitual no había ido y me mandé al arco. Desde ahí no cambié más.
-¿Cuál es el ‘a, b, c’ del arquero?
-Personalidad. Comunicación con el resto y mucho trabajo. Entrenar y entrenar porque eso te permite progresar. En lo personal, me gusta mucho ir a las prácticas porque aprendés todo el tiempo y también uno que ya tiene cierta experiencia se la puede ir brindando a otros compañeros más chicos.
-¿Qué te pasó en tu carrera que no pudiste tener la continuidad que seguramente deseabas?
-En Desamparados e Independiente Rivadavia lo pude lograr en gran medida, pero después por ahí por elección de los técnicos que fui teniendo o cosas que uno no puede manejar, no se dio en los clubes por los que pasé. El año pasado, cuando me llamó Trinidad luego de venir de estar varios años afuera de la provincia, encontré eso que buscaba. Por eso estoy muy agradecido a la dirigencia y la gente del club.
-¿Si tuvieras que elegirme un momento de tu carrera?
-Son varios. Los ascensos con Desamparados obviamente tienen un lugar importante, más por el tema que tenía sólo 20 años.
Después, hay recuerdos gratos de compañeros que tuve o también el ascenso con Brown de Madryn.
-Fuiste compañero en Independiente Rivadavia de Ariel Ortega, ¿cómo era el Burrito?
-Muy bien, conmigo diez puntos. Nos invitó a comer un asado a su casa donde vivía. Cuando llegaba al entrenamiento él ya estaba y se iba último. Un grande con mucha humildad.
-¿Qué otro compañero recordás de manera especial?
-Muchos. Pero actualmente tengo buena relación con el Patón Guzmán, que está ahora en la Selección. Fui compañero de él en Independiente y hasta el día de hoy mantengo el contacto. Me mandó varios regalos como guantes e indumentaria, y es una persona súper sencilla.
-Si no hubieras sido futbolista, ¿qué sería de tu vida?
-Supongo que me dedicaría a Diseño Gráfico. Llegué a segundo año de la carrera y tuve que decidir en su momento si eso o el fútbol, porque los tiempos para entrenar y estudiar no me daban. No me arrepiento, porque siento que hice una carrera buena y me dediqué a lo que me gusta.
-¿Es especial para vos jugar en Puyuta contra Desamparados?
-Son sensaciones particulares. Ahí viví muchas cosas, por el gran tiempo que estuve y es el club donde me formé. El año pasado me tocó jugar por primera vez con otra camiseta (la de Trinidad) y fue raro. Hubo gente que me insultó, que no me trató bien. Sé que no toda la gente de Sportivo es igual, pero siento que a muchos jugadores que pasaron por el club y le dieron cosas, como en mi caso que obtuvimos dos ascensos y me compraron el pase, no se los reconoce como debiera. Hay gente que no reconoce lo hecho. Tampoco siento que ocurrió eso con los chicos que subieron a la B Nacional. Me tocó estar en otros clubes, donde se recuerda y reconoce mucho a los jugadores que obtuvieron cosas importantes.
-¿Te gustaría volver algún día a Desamparados?
-El tiempo dirá. Antes de este torneo un dirigente vino a mi casa para que volviera, pero como Trinidad me quería y fue el club que me abrió las puertas el año pasado, era mi prioridad seguir ahí y por eso me quedé. Se verá más adelante si vuelvo o no.
