– ¿Qué acciones concretas hacen falta para comenzar a hablar de un plan territorial del Gran San Juan?

-Lo primero que hay que hacer es definir el área de extensión de la ciudad, hay que trabajar para concentrar todo. San Juan es una ciudad muy chata que no hay que extenderla sino concentrarla. Debemos pensar en que tenemos una provincia que ya tiene condiciones como el Corredor Bioceánico, o el enganche con Mendoza por Calingasta, que hace a esa zona propicia para convertirse en otro polo y no pensar en el Gran San Juan como la única ciudad. Hay potencialidades por otro lado, no hay que seguir pensando en que solo hay una cabeza.

– ¿Por qué habla de concentrar más la ciudad?

-Hay que pensar en una concentración de la ciudad y descentralizar aquellas actividades que entorpecen su funcionamiento. El trabajo de empezar a estudiar al Gran San Juan como una unidad es fundamental, es pensar que somos un todo, me parece que si no empezamos a pensar de esa manera vamos a seguir tendiendo las complejidades que tenemos.

– A simple vista da la impresión que la ciudad en sí carece de identidad. ¿Es así?

-El quiebre que produjo el terremoto del "44 nos cortó totalmente. Pasamos de una ciudad con rasgos coloniales a una otra con todos los cánones del modernismo, pero lo que no hemos sabido interpretar es que después del terremoto esa ciudad fue historia y ya no podemos desprendernos de eso. Ahora todo hay que hacerlo en función de una ciudad moderna y en eso estamos perdiendo. Se mira y se copia cosas que se hacen afuera y en realidad lo que hay que mantener es lo que tenemos actualmente, valorizarlo y sostenerlo. Hay que darle valor al paisaje, a la vereda ancha con ciertas características, la cuadricula, la acequia, el arbolado público, estas condiciones hay que respetarlas porque son las que hacen a la ciudad . No podemos seguir haciendo cortes, creo que hay que rescatar que nuestra historia es un ciudad moderna.

No tenemos identidad porque copiamos de afuera y esto desgraciadamente tiene que ver con cada uno, con nuestras propias sensaciones.

-¿Cuál es su visión de los barrios cerrados y los countries?

-Nadie puede negar que el concepto de barrio cerrado está vinculado con lo que la gente cree que es más seguro, pero solo logran levantar muros, y lamentablemente ese concepto también se está trasladando a barrios tradiciones. No hay más que recorrer el Barrio Del Bono, que si bien tiene calles públicas, hay manzanas que se están transformado en lugares cerrados y como imagen urbana esta comenzando a tener un aspecto que no se puede disfrutar de las condiciones de la arquitectura del lugar. Se está perdiendo el paisaje.

– ¿Qué condiciones deben existir cuando se habla de un tema tan complejo como es el ordenamiento territorial?

-En primer lugar debe existir una interacción de lo político, lo social, lo económico, de todo lo que conforma la sociedad, tenemos que hablar de valor social, si sólo hago una zonificación y no hago intervenir todas las partes no se puede hacer nada. Un ejemplo es lo que se produjo en zonas rurales donde las herencias de tierra provocaron que quedaran parcelas muy pequeñas, y algunos las venden porque no tienen dinero ni para plantar, entonces deciden a cambio de un departamento vender para un emprendimiento inmobiliario. Ahí la política de Estado es fundamental y en esto Albardón es un ejemplo. Allí se preguntaron cómo hacemos con tanto minifundio, cómo vamos a propender que la producción sea efectiva, y así surgió el apoyo para que la gente críe animales, se dedique a la floricultura, a los recorridos turísticos, a criar conejos en escala comercial, en otras palabras a tratar de hacer uso el suelo y evitar que esa tierra la venda a un capital inmobiliario.

– ¿Estamos muy atrasados en las acciones?

-Y sí, somos lentos como buenos sanjuaninos.

– ¿Actualmente qué función cumple el Consejo Metropolitano, teniendo en cuenta que usted dice que existe pero hay que reflotarlo?

-Sí, efectivamente existe, pero sólo trabaja cuando hay conflictos y no en la prospección que es lo que debería hacer. Debe pasar a ser un actor de la planificación territorial y no solo un espectador.