La construcción en Calingasta de Hilario, establecimiento de fundición y beneficio de plata, se llevó a cabo por la Compañía de Minas de San Juan en 1863 y bajo la tutela del mineralogista inglés Francisco Ignacio Rickard, quien fuera traído por Domingo Faustino Sarmiento durante su gestión como gobernador. En ese tiempo Sarmiento vislumbró el potencial minero de la provincia y su posible porvenir. Hilario, junto a Sorocayense, Castaño y los yacimientos del Tontal, conformaron un centro de reactivación minera. <br><br>
Los relatos cuentan que en las minas la mayoría de los trabajadores eran chilenos, en tanto la gente de Argentina estaba en la fundición de metales. "En concepto de salarios -escribió Rickard en su diario de trabajo- los barreteros percibían 2 pesos por día mientras que los capataces cobraban 30 pesos por día". <br><br>
En las minas trabajaban unas 200 personas. La idea de construir una villa fue para que los mineros se asentaran en un solo lugar. La mina "jefe" del distrito Tontal era "Carmen Alto". De allí salieron minerales que luego fueron exhibidos en las exposiciones internacionales de Mendoza, San Juan y Santiago del Estero, con motivo de la llegada del ferrocarril. <br><br>
Pero, a pesar de ser uno de los establecimientos de fundición de minerales más importantes del país, Hilario tuvo una vida útil de una década aproximadamente. Concluida la "etapa sarmientina" a principios de 1870, sobrevino la paralización de la mina. En 1893, Rafael Zilleruelo vendió sus derechos mineros a las empresas Compañía General Sarmiento (que era norteamericana) y Carmen Alto Mining Co, que era inglesa. Por algún tiempo más continuaron con la actividad extractiva y la producción de concentrados de plata. <br><br>
La falta de capitales y de tecnología de avanzada hizo que las minas dejaran de ser rentables. El proyecto de Sarmiento fue demasiado vanguardista para la época, es por eso que no funcionó. El lugar quedó completamente abandonado y nunca más intentaron realizar nuevas explotaciones. <br><br>
Actualmente, las Ruinas de Hilario son uno de los vestigios mineros más importantes y populares de la provincia. Los historiadores explican que fue por falta de capitales y tecnología, por lo que dejó de ser rentable seguir adelante con esas minas. La posterior declaración de Monumento Histórico formó parte de la iniciativa de darle impulso turístico al lugar. La intención es transformar esta zona de las sierras de El Tontal, en Calingasta, ubicadas a 170 kilómetros de la ciudad, en un circuito turístico en el que se incluya todas las minas abandonadas de la provincia y de las que todavía quedan restos.
