En su primer mensaje ante Naciones Unidas, el líder libio Muammar Kadafi acusó ayer a las potencias con poder de veto en el Consejo de Seguridad de traicionar los principios del estatuto de la ONU. "El preámbulo (del estatuto) dice que todas las naciones son iguales ya sean pequeñas o grandes", dijo Kadafi en su extenso discurso de ayer en la Asamblea General que la ONU celebró en Nueva York (EEUU).
Luego de leer una copia del estatuto de la ONU, Kadafi condenó el poder de veto mantenido por cinco miembros permanentes del Consejo, llegando a referirse a la entidad como el "consejo del terror". Hablando a través de un intérprete, dijo "el veto está en contra del estatuto, no lo aceptamos y no lo reconocemos".
El de ayer fue su primer discurso ante la 64 Asamblea General de ese organismo en Nueva York, tras 40 años en el poder de su país. Vestido con una túnica de color cobre y con un emblema de Africa en su pecho, el líder libio dejó caer la copia en papel del estatuto sobre el estrado varias veces antes de arrojarlo por encima del hombro.
El acto teatral del mandatario llegó después de que acusara a Naciones Unidas de excluir a la mayor parte de sus miembros del Consejo de Seguridad, entre los que mencionó a la Argentina y El Congo, una república que según cifras del Banco Mundial tenía hace dos años el 70% de la población bajo el nivel de pobreza, y hoy ostenta una deuda externa que asciende al 80% de su PBI y una economía que depende mayoritariamente de la exportación de materias primas como el petróleo. "Debemos abrirnos a países como la Argentina, El Congo, Indonesia, Argelia, éstos deberían tener un puesto. Esto debe ser llevado a una discusión seria", manifestó.
En su intervención, Kadafi tocó temas tan variados como el asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, la invasión estadounidense de Granada y la entrega gratuita de medicina para los niños del mundo. Sin embargo, no rompió la marca dejada por el líder cubano Fidel Castro en 1960, cuando criticó el imperialismo estadounidense por cerca de cuatro horas.
Desde hace más de una década que Libia fue objeto de duras sanciones por parte de la ONU, después de que fuera acusada de estar detrás la explosión en vuelo de un avión de la compañía Pan Am en 1988 cuando sobrevolaba la ciudad escocesa de Lockerbie, que causó 269 muertos, 180 de ellos estadounidenses. Tras años de resistencia, Kadafi aceptó entregar a los dos sospechosos del atentado a la justicia escocesa y paulatinamente inició un acercamiento con Occidente que culminó con el levantamiento de las sanciones impuestas por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea. Las relaciones con Washington volvieron a tambalearse recientemente, después del festivo recibimiento que Libia otorgó al único condenado por el atentado de Lockerbie, al que las autoridades escocesas liberaron el mes pasado por razones humanitarias.
En Washington, mientras Kadafi hablaba, el Senado estadounidense aprobaba una resolución condenando la "fastuosa" ceremonia de bienvenida y exigió una disculpa de Libia. Ese fue el único punto que Kadafi no tocó en su discurso.
