A veces no alcanza con dar todo. Con cerrarle los caminos lógicos a un rival de la categoría de la Argentina. Con sacrificarse. Con atacar con los ojos bien abiertos y buscar la puñalada para madrugar al de enfrente. La mayor virtud de aquellos equipos que dan el batacazo tiene una base sólida en el equilibrio. Puede ser equilibrio ofensivo, físico, defensivo, o como sea. Pero si en el rendimiento aparecen los altibajos -y errores, de paso- todo se viene abajo. Y eso le pasó a este México aguerrido y entrador. Que no jugó mal ante Argentina, sólo lo hizo sin continuidad a su juego. Y eso, ante un rival de categoría, se termina pagando caro.
